Uno de los rumores más falsos que corre sobre la Familia Borbón que ya no es Familia Real es que no cuestan dinero a los españoles. No se refieren a los seis que quedan en Zarzuela que son Felipe, Letizia, Leonor, Sofía y la emérita con su hermana Irene, tía Pecu. Estos seis siguen viviendo a costa del erario público. El resto, los Urdangarin, los Marichalar, las infantas Cristina y Elena y Juan Carlos hacen ver que no cuestan dinero a los contribuyentes. Falso. Siguen entrando y saliendo de Zarzuela, instalándose durante largas temporadas  allí y siguen teniendo privilegios como escoltas de Zarzuela. Juan Carlos es el caso más flagrante, vive en el exilio por evasor fiscal, pero conserva toda una corte de guardaespaldas que no se paga de una empresa privada sino que forman parte del Ejército y los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, dependientes del Ministerio del Interior. Sirven para hacerle los encargos y hacerle de bastón, porque es evidente que no recibe amenazas terroristas ni peligra su seguridad en la isla de millonarios de los Emiratos Árabes. Este grupo de escoltas el Ministerio sabe que son una bomba de relojería que puede explotar en cualquier momento.

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Juan Carlos con uno de sus escoltas, GTRES

Según publica el digital afín en la Corona Monarquía confidencial, "Un equipo de escoltas destinado a su seguridad empiezan a encontrar dificultades. Al principio, la misión parecía ser parte de una simple transición de carácter temporal y pasajera. Sin embargo, la duración del trabajo, que va camino de cuatro años, ha provocado que los escoltas están padeciendo sentir los efectos de la rutina diaria en Abu Dabi, una ciudad que, aunque sofisticada y moderna, les deja un sentimiento de desconexión y agotamiento por el largo alejamiento de España que supone". Cuatro años viviendo en una ciudad extremadamente cara, solitaria, con costumbres ajenas a la tradición europea y sin los millones de Juan Carlos, Froilán lo aguanta por el dinero. pero a los escoltas se les ha hecho insoportable.

Froilán, Juan Carlos y el rey de Baréin / GTRES
Froilán, Juan Carlos y el rey de Baréin / GTRES

Los síntomas de los guardaespaldas son los mismos: aislamiento, agotamiento mental, sensación de inutilidad porque ningún peligro asedia un aislado Juan Carlos, y empobrecimiento económico: "Lejos de sus hogares en España, de sus familiares y amigos, las posibilidades de socialización son limitadas, y, a la vez, la rutina diaria resulta monótona y, en muchos casos, solitaria. En contraste con la vida de lujo que disfruta el emérito, sus escoltas, aunque bien remunerados, deben adaptarse a un ritmo de vida que les priva de muchas libertades". Bien pagados en términos españoles pero mal pagados en términos del país de los petrodólares donde su protegido vive de lujo y ellos a duras penas pueden pagar nada más que la subsistencia. Patriotas sí, pero hasta cierto punto. La broma ya hace demasiado que dura, cuatro años y lo peor: sin aspecto que eso se acabe. Pilar Eyre ya se lo advirtió hace años: Juan Carlos no volverá nunca más a vivir en España, pasará estancias pero en Madrid volverá dentro de una caja.

Juan Carlos entierro Fernando GTRES
Juan Carlos mordiéndose la lengua con Letizia, GTRES

Las fuentes del Ministerio del interior filtran: “Están saturados del trabajo que desempeñan. Quieren cambios algunos de los escoltas han confesado querer regresar a España. Se sienten ‘atrapados’ en una rutina que parece no tener fin, lejos de la vida activa que solían llevar en España. Los momentos de ocio o descanso, escasos, no pueden compararse con los que vivieron durante sus años de servicio en Zarzuela. Viven en un estrés constante, que ha sido descrito por fuentes cercanas a los oficiales de seguridad como “agotador”. La clave del artículo es la siguiente frase: "Han de garantizar que no se produzcan situaciones que puedan hacer recaer más atención sobre Juan Carlos". El problema es que no solo tienen que proteger al emérito sino evitar imágenes que evidencien que está senil, que está decrépito, que se hace pis encima. Eso obliga a una atención permanente como si el rey fuera un bebé. No tiene un año, tiene 87. O quizás por eso: nadie se atreve a decir, excepto el experto José Antonio Zarzalejos, que Juan Carlos sufre demencia senil.