Letizia es una mujer perfeccionista, muy ambiciosa, controladora y calculadora. Hasta un punto prácticamente obsesivo. Por este motivo cuando algo no sale como ya prevé se altera y acaba pagándolo con la primera persona que se cruza, normalmente Felipe VI, ya que sus hijas no viven en Zarzuela.
Estos últimos meses están generando mucho estrés en ella por las polémicas de Juan Carlos I, la exposición de sus hijas, el episodio que vivió por la DANA de Valencia, o sus dolores de pies, por el neuroma de Morton que padece, en el viaje de Estado a Holanda y a Italia que la mantuvo muchas horas en pie.
A Letizia no le gusta hacer el ridículo ni ser criticada, siempre busca una buena crítica. Por ello, cuando tuvo que sentarse en la recepción de los reyes de Holanda, sintió un profundo dolor, más que el de sus pies en esos momentos. La imagen de una monarca derrotada dio la vuelta al mundo.
La verdadera Letizia que se oculta entre las paredes de Zarzuela
Estas situaciones generan un gran estrés en Letizia y a escondidas no duda en esconderse en el lavabo y fumar un cigarro. Un hábito del que no ha logrado desprenderse con el paso del tiempo. Suele fumar únicamente en momentos de gran tensión o en la intimidad de su hogar, aunque al rey le disgusta tanto el humo como el olor. Para aliviar molestias físicas, prefiere usar alpargatas en lugar de zapatos formales y opta por la comodidad de una bata en lugar de sus habituales conjuntos elegantes. Esta faceta más relajada y cotidiana podría contribuir a que la gente la perciba como más cercana.
Siempre se le ha aconsejado a Letizia mostrarse más próxima a los ciudadanos, algo que ha sido señalado como uno de sus mayores puntos débiles. Su temor al ridículo le impide hacerlo, aunque esto podría sumar apoyos a la monarquía española. En su vida diaria, la madre de Leonor y Sofía se distancia mucho de la imagen pública de reina; es una persona sencilla y práctica. Se inclina por la comodidad, y quienes trabajan en Zarzuela o algunos de sus invitados han llegado a verla en un estilo más doméstico.
En una ocasión, temprano en la mañana, mientras se preparaba para un acto oficial, Felipe recibió una visita inesperada. Letizia estaba en pleno arreglo con su peluquera y amiga Luz Valero, ajustando el peinado del día. Aún llevaba bata, estaba sin maquillar y usaba zapatillas, algo habitual para ella cuando prioriza el confort. Este episodio le generó otro desacuerdo con Felipe, quien le reprochó no haberle avisado de la llegada de su visitante.