El principado de Mónaco vive en una sorprendente calma desde hace semanas. La normalidad, ergo el aburrimiento y el sopor, han vuelto a su Familia Real. El príncipe Alberto II y su esposa Charlene disfrutan de una tregua mediática, un auténtico tesoro teniendo en cuenta de donde venimos. Que lo aprovechen al máximo, porque siempre hay nubarrones negros en el horizonte. Y traen granizo, rayos, truenos. Sapos y culebras. Un enfrentamiento entre pesos pesados de los Grimaldi, Carolina y Estefanía de Mónaco. Las dos princesas son de fuerte carácter, no son dóciles ni sumisas. Y Charlene, sospechosa habitual de todos los males de la casa, las separa. Las amistades peligrosas.

Carolina no soporta a su cuñada. Es un hecho del que se habla desde hace mucho tiempo, y la lista de agravios es legendaria. La hermanísima considera que la exnadadora le ha usurpado el título más importante: el de primera dama. 'Lecturas' recuerda que "tras fallecer Grace Kelly en 1982, no dudó ni un segundo en ponerse en el lugar de su madre, lugar que pensaba que siempre sería para ella, porque su hermano no tenía ningún tipo de relación estable". La llegada inesperada le estropeó sus planes, y tuvo que dar un paso atrás. Quedarse, curiosamente, a la altura de Estefanía. Lejos de la primera línea. Envidia y resentimiento.

Charlene de Mónaco / GTRES

Las cuñadas no coinciden más que por causa de fuerza mayor. Intentan esquivarse constantemente. Sus desavenencias son muchas, e incluso se han manifestado en el tratamiento que Carolina dispensa a sus sobrinos Jacques y Gabriella. Los hijos de Alberto y Charlene tienen a su tía en el papel de señorita Rottenmeier que quiere inculcarles los modos y protocolos reales de manera severa e inflexible. Su madre se opone, "querría que sus hijos vivan una vida de lo más normal, dejando a un lado todas esas formalidades". Inaceptable para una Carolina más papista que el Papa, especialmente si eso le hace ganar punto a ojos de su hermano. Si llegara un divorcio, sería la primera en levantarse a aplaudir, como si fuera una función del circo. Y aquí está donde entra, precisamente, una amante del circo y de los profesionales del circo: Estefanía. Una ingobernable.

Carolina de Mónaco / GTRES
Estefanía de Mónaco / GTRES

La hermana pequeña de la saga royal trata de manera diametralmente opuesta a la princesa Charlene: buena relación, encuentros públicos, confidencias y complicidad, etcétera. Hace unos días las vimos juntas en el Festival del Circo en Montecarlo, donde también estaban los chiquillos reales. O en la inauguración de las fiestas de Navidad del principado, un acto lleno de simbolismo familiar y en el que parecieron las mejores amigas. Todas estas muestras de apoyo y cercanía enfurecen a Carolina, con cara de pocos amigos cuando tiene a Charlene a su alrededor... e incluso su hermana Estefanía. La tormenta asoma el hocico desde el Mediterráneo. Veremos qué pasa cuando toque tierra. Huracán o falsa alarma. Ya se verá.

Carolina y Estefanía separadas por Charlene de Mónaco / GTRES