Después del éxito mayúsculo de Pilar Eyre con su libro Yo, el rey, que con sólo un par de días ya está arriba de todo de las listas de más vendidos, se esperaba con ganas su presencia en el Deluxe para explicar más detalles sobre la figura del emérito. Y vaya si lo ha hecho. Un libro, por cierto, que ya ha despertado malestar entre según qué círculos próximos a Zarzuela: "La editorial de mi biografía de don Juan Carlos ha recibido llamadas amenazantes".
Entre las cosas menos conocidas que la escritora catalana ha explicado sobre el emérito, hay una muy jugosa, a raíz del ya sabido por todo el mundo que "El rey Juan Carlos siempre ha tenido una gran pulsión sexual y necesidad de afecto". Afecto, se entiende, lejos de la cama de matrimonio. La lista de amantes es larga, igual que el tamaño de los cuernos de su mujer. Pero aun así, fue sorprendente constatar una realidad que muchos vislumbrábamos, pero que todavía no se había verbalizado. Estaba claro que Juan Carlos no sentía, siente ni sentirá por Sofía ningún tipo de atracción: "Nunca ha habido amor ni atracción entre ellos, ya en el mismo viaje de novios él le fue infiel a ella". Que mantuvieron relaciones sexuales porque tocaba y para que la corona tuviera futuro. Pero sorprende que una vez conseguido, hayan cerrado el chiringuito de manera tan fulminante. Ni que fuera una tarde tonta. Pero nada de nada: "Cuando nación el Rey Felipe dejaron de tener relacionas sexuales, y hasta hoy". Cero patatero. Ni un solo coito real desde entonces.
Ninguno de los dos recuerda, pues, cómo son las partes íntimas del otro. Felipe ya tiene 52 años, así que sumen. Lo que no olvida Juan Carlos, mirándose su propio cuerpo, son las palizas que recibió cuando fue maltratado en el internado. Eyre reveló que Juan Carlos, cuando era Juanito, recibió de tal manera que el rey, que entonces "solía ir descuidado con abrigos viejos de su padre, sigue teniendo hoy día marcas en su cuerpo de las palizas que le dieron en el colegio". Compren el libro. Sabrán mucho más.