Felipe y Letizia, como todos los matrimonios en crisis, tienen pánico a los fines de semana. Las parejas distanciadas temen el viernes por la noche, cuando empieza una convivencia exclusiva de 48 horas, sin hijos, en soledad. La tensión se respira en el ambiente. Los reyes han fulminado la causa de su evidente distanciamiento, Jaime del Burgo, de quien se sigue sin tener ni rastro. Ningún periodista irá a buscarlo a Londres, donde se supone que sigue residiendo si no le ha pasado nada grave. Jaime Peñafiel, su otro enemigo declarado, languidece cada sábado con una serie de artículos irrelevantes en un digital de ultraderecha donde también le prohíben citar al amante de Letizia. Felipe y Letizia ya no se despiertan cada mañana con la espada de Damocles de nuevas revelaciones de la infidelidad prolongada en el tiempo, dos años, de la reina y su cuñado. Pero hay un problema que no saben resolver: su matrimonio está tocado de muerte, la humillación sufrida por Felipe le es insoportable y toda España la conoce. Felipe hacía tres fines de semana que huía de Madrid en solitario, a Soria, Lleida y Huesca. Muy lejos de Letizia. En Zarzuela han empezado a temer que no se pueda tapar que los reyes no se soportan y les han hecho protagonizar una película, la de la su falsa cita romántica el viernes por la noche en pleno centro de Madrid a la vista de miles de peatones.
Los reyes escogieron un cine muy céntrico y dieron un paseo por Tirso de Molina para seguir caminando hasta el cine Doré y entrar a picar algunas tapas en una marisquería. Lo hicieron para ser reconocidos y fotografiados intentando simular lo que no son: un matrimonio feliz. La cita en el cine era precisamente para no pasar inadvertidos. No es solo que son las dos personas más famosas de España, es que Felipe mide 1,97 metros e iban seguidos por un equipo de no menos de seis escoltas. Para entenderlo, el domingo la infanta Cristina fue a misa en Barcelona con tres escoltas. No hay que imaginar cuánta protección secreta sigue a los reyes caminando el pleno centro de Madrid: mucha. Salieron juntos para que se les viera. Hay un detalle que delata que todo fue un paripé, un simulacro, un teatrillo para que se les viera juntos después de semanas separados.
Los reyes cambiaron un detalle de sus costumbres habituales, previas a la crisis Del Burgo cuando hacían planes similares en el cine: "Aunque normalmente suelen entrar en conciertos, obras de teatro o sesiones de cine cuando ya se han apagado las luces y ha empezado el espectáculo para pasar desapercibidos, en esta ocasión no fue así". Por cuestiones de seguridad, los reyes entran siempre en el cine con las luces apagadas pero según Vanitatis esta vez lo hicieron a la vista de todos los espectadores, que contemplaban con incredulidad que Felipe y Letizia se sentaban en las butacas entre guardaespaldas. Todo preparado para que llegara a la opinión pública que los reyes sí que hacen planes juntos. La prensa afín compra la mercancía averiada pero cuando se apagan las luces Felipe y Letizia vuelven a ser lo que son, un matrimonio fracasado que ha pactado seguir casados porque ningún rey se ha divorciado nunca en ningún sitio de Europa. Lo que no hicieron ver es que se quieren, ni cogidos de la mano ni gestos cómplices. La película de su matrimonio tiene un mal final.