60 años de matrimonio, 60 años de mentiras. Juan Carlos y Sofía pasaban por el altar un 14 de mayo de 1962 en Atenas en una ceremonia triple: católica, ortodoxa y civil. Resulta paradójico tantas "garantías" nupciales en una pareja que se caracteriza precisamente por todo lo contrario. Por la infidelidad compulsiva de uno de los cónyuges, el Borbón, llegando a extremos como perder el anillo de boda durante una noche loca con otra señora, a pocos días para el enlace. Después vendría la famosa lista de las 1.500 amantes, con Bárbara Rey, Corinna Larsen o Marta Gayà como principales referentes. Sofía ha aguantado carros y carretas, pero no se engañen: lo ha consentido todo, sacrificando la dignidad por una vida de reina. No da pena. A veces despierta empatía, pero después se pasa. No es ninguna mártir. Es una interesada.
La relación actual entre los eméritos ha variado ligeramente a la de los últimos años. Sofía, profesional absoluta del oficio royal, ha interpretado su papel hasta un límite estomagante. La imagen era la de la esposa abnegada que confiaba en que, algún día, su hombre recuperaría el juicio y volvería a sus brazos para ser felices. Recuerda un poco el caso de Mario Vargas Llosa y Patrícia Llosa, pero más despiadado y sin final feliz. Pero Juan Carlos ha acabado con la paciencia de la griega, y ya no disimula. En el funeral por Constantino II en Londres evitó el contacto con él. Fue sola y tras la ceremonia religiosa a la boda de Almeida. Durante su ingreso en la clínica Ruber por una infección urinaria, ni rastro de su marido entre las visitas. Y así todo. No lo quiere ver, no lo quiere cerca. La celebración, o la no celebración del aniversario, es también concluyente.
El emérito ha vuelto a Sanxenxo desde sus residencias de Abu Dabi y Ginebra, para participar en las regatas y pegarse festines con Pedro Campos, el encargado de recoger las sobras de las mariscadas y llevarlas en tuppers a casa, por si tiene un antojo de medianoche. En ningún momento está previsto ni el desplazamiento del Borbón en Madrid para encontrarse con su mujer, ni ningún movimiento en el sentido contrario. Sofía se ha quedado con su hermana Irene, la Tía Pecu, en Zarzuela, atendiendo sus escasos compromisos laborales sin moverse de casa. Eso sí, con susto incorporado: estuvo a punto de pegarse un trompazo importante en las escaleras del palacio, mientras recibía a una representación del colegio de Guardias Jóvenes de la Guardia Civil. El brazo de uno de los visitantes la salvó del desastre. Un brazo como aquel habría necesitado y de lo lindo el día que se fijó en el Borbón, sobre todo para apartarlo como una mosca molesta. Total, que no hay celebración conjunta por la efeméride. 60, 80, 100 o 500 años, da igual. Es un matrimonio de postal.
Todo esto que exponemos es lo que piensa buena parte del Estado español. Incluso los no sospechosos de antimonárquicos y antipatriotas lo saben. Por ejemplo, un presentador de Canal Sur muy famoso. La tele de PP y VOX, con figuras como Bertín Osborne o Mariló Montero como grandes reclamos, tiene también a Toñi Moreno o Juan y Medio. Este último, conductor del mítico 'La Tarde aquí y ahora', ha humillado a los eméritos diciendo verdades como templos llenas de ironía: "A ver si es bonito esto: van a celebrar el aniversario por separado. O sea, estamos casados: ¿qué te parece si celebramos tú allí, y yo aquí? ¡Como todos los días! No estás celebrando, estás recordando. Celebrar, poquito". Exacto, Juan. 14 de mayo, nada que celebrar. Circulen.