Las monarquías tienen una capacidad de supervivencia inusitada. Ya las pueden liar gordas, convivir con el escándalo permanente, presentar grietas gigantescas e incluso hundir su popularidad hasta cotas abisales, que siempre acaban levantándose de la tumba y volviendo al mundo de los vivos. Hace falta una revuelta bien potente para destruirlas, no tengan ningún tipo de duda. Y el ejemplo que nos llega calentito desde Dinamarca, con el anuncio sorpresa de la abdicación de la reina Margarita, de 83 años, es paradigmático. Sorpresa no por la decisión, meditada desde hace mucho tiempo por motivos de edad y de salud. El momento escogido sí que llama la atención, con el enésimo escándalo de faldas del futuro rey Federico todavía coleando.

Margarita no ha podido retirarse antes por las conductas impropias de su hijo. Se ha pasado los últimos años de su vida apagándole los fuegos internos y luchando contra la destrucción del futuro de la Corona. Es decir, del matrimonio del heredero con la australiana Mary Donaldson, con la que tiene 4 hijos tras dos décadas de casados. A Federico le gusta, sin embargo, jugar con fuego. Primero fue una escort, una mujer de compañía, y hace 2 meses una socialité mexicana instalada en España: Genoveva Casanova. Las fotos de la revista 'Lecturas' durante un fin de semana de parejita en Madrid, han puesto al país y a su Jefatura patas arriba. Todo se tambaleaba, mientras la veterana reina hacía de muro de contención. Ahora, sin embargo, ha colapsado. Y el primero en sacar pecho ha sido Luis Pliego, director de la publicación.

Margarita se dirigía por la noche a los súbditos daneses y los dejaba de piedra. Cuando todo el mundo esperaba un discurso clásico de Fin de Año, soltaba la bomba: me voy. Abdicaba. Por primera vez en 1000 años de historia del país, un rey o reina tomaba esta decisión. Cede el testigo a Federico, que cogerá las riendas el 14 de enero. Y lo hará con Mary del brazo, si es que antes no tiene lugar un nuevo terremoto. Donaldson ya era regente por voluntad de su suegra, pero los hechos de las últimas semanas dibujaban un panorama incierto. Si cogía los trastos y desaparecía del mapa, la institución quedaría muy tocada. El giro de timón, por lo tanto, es una maniobra a la desesperada para evitar un desenlace fatal. Y mira por dónde, este asunto nos recuerda mucho a sus homólogos españoles.

Margarita y Federico de Dinamarca / Europa Press

Felipe y Letizia fueron espectadores de lujo del lío royal danés. La exclusiva llegó en pleno viaje oficial a Copenhague, invitados por la Familia Real danesa. Los gestos de incomodidad de la reina española con el príncipe quedaron muy bien de cara a la galería, pero el caso Jaime del Burgo hizo que le cayera la careta. Ella y Federico no son tan diferentes. Por eso la inmolación de Letizia en la comida de cumpleaños de la infanta Elena y esa estampa de familia feliz, cuando todos saben que sienten repulsión los unos por los otros. La asturiana se humilló para salvar la corona de las hijas. Margarita, más o menos lo mismo. Aunque la impresión general es que su hijo se la ha cargado. Ha fulminado su reinado por una canita al aire. Mal comienzo, Federico. Que se prepare.

Federico de Dinamarca, Felipe, Letizia y Mary Donaldson / GTRES
Jaime del Burgo / Instagram