Los reyes daneses, Federico X y Mary, hace días que abandonaron su país para viajar a 3000 kilómetros de distancia, empezando una nueva visita oficial. La tercera de su joven y polémico reinado, después de Suecia, Noruega y la cancelada estancia en las Islas Feroe, debido a una huelga general que convirtió el tranquilo enclave en un caos. Por eso el viaje a Groenlandia, territorio que como las Feroe está integrado en el reino de Dinamarca, se ha convertido en la tercera expedición del matrimonio, acompañados por sus hijos pequeños, Vicente y Josefina.
El programa de actividades a lo largo de los 8 días de duración del viaje está dando mucho de sí: visitas a bases espaciales y marítimas; iglesias, escuelas y jardines de infancia; una carrera popular y diferentes actos en pueblos y ciudades. Precisamente ha sido en una localidad del territorio, Attu, donde los reyes han recibido un obsequio que no pasa desapercibido. Sobre todo por la potencia visual y el significado implícito e internacional del objeto. No hay ningún matrimonio en crisis por supuestas infidelidades que lo soporte sin fruncir el ceño. Pero claro, a Federico y Mary les toca tragar saliva, apretar los dientes y dibujar una sonrisa falsa, una más, en su rostro.
Se trata, ni más ni menos, que de una cabeza de morsa, según leemos en la prensa danesa. Una cabeza de morsa que había sido capturada por la población local, y que después de un proceso de limpieza profunda ha quedado reducida a una calavera con enormes cuernos. Bien, cuernos. Son colmillos, pero el efecto visual de las protuberancias es exactamente el mismo. Las imágenes son potentísimas, y generan todo tipo de bromas por la falta de sutileza de las autoridades de Groenlandia. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que en aquellos lares las cosas mundanas se ocupan de otros menesteres, y no de las Genovevas Casanovas del continente europeo. Pero la han clavado, sin duda alguna.
Las muecas del rey con la cornamenta animal, mientras su mujer examinaba minuciosamente el pongo, han sido muy comentadas en las redes sociales: parece una broma de gusto debatible. La reina, mientras tanto, ha sido obsequiada con un pañuelo tejido por la población local de la isla, fabricado en almizcle. No luce tanto como el de su marido, pero cuando menos no la ha convertido en el hazmerreír del panorama royal europeo. Federico y Mary, el viacrucis no se acaba nunca. Ellos se lo han buscado, eso sí.