Federico X y Mary de Dinamarca son de morro fino. Especialmente, cuando se ponen en modo vacaciones o veraneo, con la casa en el exclusivo Verbier, en Suiza, o el castillo de Fredensborg, a 40 kilómetros de Copenhague, como máximos exponentes. Este último ejemplo está de plena actualidad, porque la pareja real se ha trasladado recientemente al edificio histórico, donde había residido la difunta reina Ingrid, para pasar la temporada de meses cálidos en Escandinavia. Se trata de una auténtica joya arquitectónica con jardines impresionantes, y que requiere cantidades de dinero descomunales para mantenerla en perfecto estado de revista. Cosa que, con la llegada de los nuevos monarcas, se ha disparado. Atención a las cuentas de las reformas que leemos en el digital 'Billed Bladet', porque son escalofriantes. Y prohibitivas.
"La casa más cara y más grande de Dinamarca", tilda la prensa local de la nueva residencia de los royals bajo sospecha. No está mal para considerarla una casa de veraneo, no. Desde que muriera la anterior monarca danesa, en el año 2000, la lista de trabajos de reacondicionamiento, reforma y puesta a punto es enorme. Y, evidentemente, pagada con dinero público. "Desde la muerte de la reina Ingrid los artesanos han estado ocupados convirtiendo la Cancillería en una joya que poca gente se puede permitir". Primero, 5 millones de coronas, cerca de 700.000€, al fallecer su inquilina. Hace un par de años, dos reformas en los lavabos de los royals para modernizarlos por 400.000€ más, y la dolorosa más bestia de todas: los jardines por un valor de 3'2 millones. "Se han replantado 6,5 kilómetros y al mismo tiempo se han asegurado 176 esculturas en el jardín del castillo", dice el digital.
Flores e inodoros de oro macizo, y ahora, en 2024, la traca final: la decoración, el interiorismo. Federico y Mary aprietan el acelerador, renovando la cocina. Se había quedado obsoleta, y claro, no podían pasar sin una de diseño italiano de lujo por más 120.000€. Claro, dirán que es poca cosa para un inmueble de 1.200 m² útiles. El problema es que somos pobres que vivimos en pisos y no entendemos de qué va la cosa. Como tampoco nos hacemos a la idea de la necesidad de recubrir una pared con mármol, también italiano, por 16.000, o poner puntos de luz en un par de habitaciones, donde lucir lámparas por valor de 10.000 más. Unos armarios y un par de muebles completa la lista, 22.000€ del ala. Ah, sí, y una piscina nueva. Todo justificadísimo, faltaría más. Y en realidad, supereconómico: paga el pueblo.
Además de todo lo expuesto, el medio del norte de Europa apunta que se empieza a construir un anexo para el heredero Christian, y que pueda así disfrutar de un poco de intimidad para hacer las cosas que hacen los niños pijos y royals de 18 años. Lo más fuerte del caso es que la mundanza de los polémicos reyes daneses se ha producido por otro proceso de reforma, el del palacio de Amalienborg, la residencia oficial de los Glücksburg. Unos trabajos presupuestados en el erario público en 220.000.000 coronas, es decir, 30 millones de euros. Van fuertes. La casa es grande. Enorme.