Federico X y Mary de Dinamarca es una de las parejas reales más polémicas del panorama internacional. Su caso de infidelidad, con la ayuda inestimable de Genoveva Casanova, ha dado la vuelta al mundo y ha provocado un auténtico terremoto en la corona escandinava. Accedieron al trono el pasado 14 de enero, dejando el cadáver de la veterana reina Margarita en la cuneta, que se sacrificaba para salvar el matrimonio y también la institución. El estrés de la coronación fue combatido por los nuevos monarcas con mucho descanso. Con vacaciones y desapariciones de la vida pública local. El reinado se está caracterizando por el perfil bajo y por el movimiento más bien escaso. Dos visitas de estado a las vecinas Suecia y Noruega, la presencia fugaz del rey en el homenaje a la Batalla de Normandía y una carrera popular. Bueno, sí: y un viaje cancelado que levanta ampollas. El que tenían que empezar el miércoles 12 de junio a las Islas Feroe.
Explicábamos la semana pasada que este compromiso colgaba de un hilo, y no tardó en confirmarse el desenlace más radical. Las Islas, territorio independiente adscrito a Dinamarca, hacía semanas que vivían instaladas en un conflicto social sin precedentes, con un 10% de la población de huelga por la negociación del convenio colectivo y numerosos sectores totalmente parados. Un caos. El primer ministro unionista intentó contener la revuelta con motivo de la visita real, pero la población no estaba para reyes y reinas que, justamente aquellos días, acababan de subirse el sueldo de manera notable. El mandatario escribía una misiva a palacio anunciando la suspensión de la cita, que la Casa Real entendió e incluso aplaudió. Ahora bien, el rechazo quedó anotado. Hacía daño. Y ha llegado la hora de la revancha.
Este fin de semana se ha obrado el milagro en las Feroe y, contra todo pronóstico, se ha llegado a un acuerdo. Se ha acabado la huelga, vuelve la normalidad al enclave situado a 1.400 kilómetros de Copenhague, justo delante de las costas de Escocia. Una buenísima noticia para los ciudadanos y trabajadores, también para el tejido productivo local. Qué mejor manera la de los reyes de celebrarlo que recuperar los planes iniciales y plantarse en la pintoresca capital Tórshavn, ¿verdad? Pues no, no habrá visita a los rebeldes de la corona danesa. No repetirán el viaje que hicieron, como príncipes que acababan de pasar por el altar, en el año 2005. Ahora los han castigado. Y con una excusa que parece pobre y despiadada, la verdad.
Los monarcas daneses se caracterizan por utilizar un medio de transporte peculiar: la embarcación real Dannebrog. El velero los transportó a Estocolmo y Oslo, convirtiéndose en un elemento más del show royal. De allí vimos, por cierto, salir por piernas a Mary, dejando tirado a su marido en Noruega. Tengan en cuenta que las travesías en este barco son lentas y pesadas, requieren una planificación previa. Podrían hacerlo en avión de línea regular, en un pis-pas, pero no. Manda la tradición. La misma que se aplicaba a la expedición a las Fèroe, y sirve de pretexto para aplazar, sin fecha (se habla, como mínimo, de un año), la visita. Es el precio a pagar por la humillación.