Federico X de Dinamarca está a punto de cumplir 100 días como rey. Un periodo que tradicionalmente se considera “de prueba”, y en el que se disfruta de una tregua por parte de la opinión pública. Un plazo razonable para efectuar el aterrizaje en una posición de altura como la de monarca, presidente o primer ministro. El del hijo de Margarita II ya vendía complicadillo, con cuernos, abdicaciones forzosas, mentiras y papelones. La ejecución, sin embargo, no apacigua el clima de incendio permanente. Por vagos, por pasotas, por vivir eternamente de vacaciones. Federico y Mary han abandonado sus tareas en dos ocasiones desde que subieron al trono, cansados de tanto trabajo. La jeta es sideral. Y no parece que mejore.
Con la pareja real de vuelta en Copenhague, donde han retomado algunos compromisos de su agenda oficial (siempre por separado), el digital 'Se og Hør' ha revelado cuál ha sido el último destino vacacional de los reyes daneses por la celebración de la Pascua, acompañados por sus 4 hijos. No son nada originales: Verbier. La lujosa estación alpina en Suiza, en la que los royals tienen una casa de 200 m² a pie de pista, ha vuelto a ser el escenario del descanso real. Sería normal si la escapada fuera ocasional, una vez al año: si la haces 2 veces en 3 semanas, la cosa da la impresión de tomadura de pelo. La profundamente monárquica Dinamarca parece aceptar este estilo de vida, a pesar de algunas voces cada vez más críticas. Lo que no tiene perdón, sin embargo, es que se comporten de manera irresponsable y temeraria. Precisamente lo que ha pasado sobre la nieve helvética.
Los adjetivos del medio escandinavo no dejan ningún tipo de dudas: hay alarma. Federico X puso en riesgo su vida, y también la de su hijo Vicente, de 13 años. “Viaje peligroso, temerario”. La seguridad de la Casa Real danesa sufrió y de lo lindo cuando padre e hijo decidieron salir de los circuitos establecidos en la estación de esquí, practicando lo que se conoce como “fuera de pistas”. Ahora es cuando todos los esquiadores y amantes de la nieve salen en tromba a disculparlo, a quitar hierro y a justificar esta práctica. Pero no sería la primera vez que alguien sufre un accidente irreversible. Y después, claro, vienen las lamentaciones, los llantos, etcétera. Solo un par de días antes y en la misma localización, un snowboarder murió haciendo exactamente lo mismo que ellos. A Federico le importa un pimiento.
La crónica insiste en la consideración de tarambana del monarca: “Federico y su hijo pequeño, el príncipe Vicente, quieren las acrobacias más atrevidas fuera de las rutas señalizadas. Está lejos de ser libre de riesgos. Son dos esquiadores experimentados a los que gusta desafiarse a sí mismos, así que el dúo se lo tomó con buen estilo a pesar de la planificación de la ruta no del todo inofensiva”. El rey se está luciendo. Pero vaya, que seguramente ya está pensando en la próxima escapada. Más que danés, parece caribeño: pobre, lo están estresando.