Si el nuevo rey de Dinamarca soñaba con un aterrizaje fácil y cómodo en el trono, que alguien lo despierte. No pasará. Federico X ya se lo podía imaginar, porque la que ha armado en su país (incluso en el extranjero, de hecho) es excepcional. Imposible olvidarla. Ni siquiera la corona le ha otorgado un periodo de tregua o de cortesía. Su reinado está basado en una gran mentira, y eso lo saben incluso los más convencidos monárquicos locales. Todo el mundo lo tiene en el punto de mira. Y cada patinazo, cada gesto que provoque debate y prácticamente cada paso que dé serán severamente escrutados. No tiene escapatoria.
La última gran crisis se ubica en la muñeca izquierda del royal danés, y tiene forma de pulsera. Es sospechosa, para entendernos. La lució durante la famosa coronación, después de haberse ventilado a su madre, la reina Margarita. La veterana monarca, como bien explica Pilar Eyre, vio que el escándalo con Genoveva Casanova era mortal para la supervivencia del matrimonio, pero sobre todo para la estabilidad de la corona. Por eso movilizó a sus equipos por todo el mundo, con una operación de rescate de Mary, que ya se encontraba en Australia y sin intención de volver a casa. Reina por tu consentimiento. Este fue el trato. Margarida le daba un reino por el silencio. Lo aceptó, claro. Pero el silencio absoluto, cuando hablamos de esta casa real, es imposible.
Volvamos al balcón del palacio de Christianborg, con Federico incapaz de contener las lágrimas al saludar a sus súbditos, suplicando un beso a su mujer (que se lo negó en primera instancia), y agitando la manita con su traje de gala para corresponder al griterío de los allí presentes. Justo por debajo del guante de color blanco y sobre el puño de la camisa, se ve la pulsera. No parece gran cosa, pero claro, la distancia y el ángulo no es el mejor. Se intuye, más que otra percepción más precisa. Ahora bien, hay gente con mucha vista: inmediatamente surgieron voces que decían "es igual a la que tiene Genoveva". Y no les falta razón, pero hablamos de supuestos. De especulaciones. La historia, golosa: Federico lleva a su amante en la piel el día que sube al trono. Qué jeta, qué escándalo. Desgraciadamente para los amantes de las emociones fuertes, la cosa no va por aquí. Es eso o los asesores de comunicación de los royals están haciendo una maniobra evasiva muy bien parida.
Según leemos en 'Vanitatis', que citan el canal de noticias danés DR Nyheder, este pieza es un regalo, sí, pero no de la mexicana. Tampoco de su mujer. Se trata de un obsequio de la joyería Shamballa, también danesa, y el precio es de miles de euros. Y la polémica ha saltado por la costumbre de la realeza de aceptar regalos privados, cosa que consideran un anacronismo, un privilegio inmerecido y algo que cambiar inmediatamente. Quizás no es el presente de más valor que han recibido nunca los Gücksburg a lo largo de su vida: Margarita ha aceptado abrigos de visón de precio astronómico, Federico lanchas motoras y coches, y la reina Mary vestidos, bolsos y complementos nada asequibles. Pero para evitar incendios, el departamento de prensa ha informado de una decisión drástica: cambiarán la política sobre los regalos secretos a los reyes. Una forma de ganar puntos con el populacho y de apagar las llamas del Casanova. El enésimo fuego, pero no el último.