Felipe VI ha estrenado la agenda oficial de esta semana con una visita a una fábrica aeronáutica. Concretamente a la planta de Construcciones Aeronáuticas S.A. en Getafe, coincidiendo con el centenario de una empresa que actualmente es propiedad de Airbus España. El rey ha presidido el acto junto a altas autoridades del Estado, como el presidente del Gobierno Pedro Sánchez, la ministra de Defensa, Margarita Robles y varios miembros de la cúpula militar. Una presencia que se explica por la importancia estratégica de la factoría en materia de armamento y de creación de satélites. Todos ellos han podido seguir de cerca la creación de piezas y componentes para la fabricación de cohetes como el Ariane 6, que viajará al espacio a finales de año dentro del programa de la Agencia Espacial Europea.
Hasta aquí la crónica oficial del encuentro, pero lo que realmente nos interesa es la contracrónica, aquello que nadie más te explicará por pudor, miedo o intereses diversos. ¿El principal? No tocar las narices al Jefe del Estado, y nunca mejor dicho. La nariz real ha tenido un protagonismo relevante a lo largo de la mañana, produciéndose una imagen inédita, inaudita y principalmente desagradable. Un gesto impropio de un rey, a quien se supone una educación exquisita, un saber estar fuera de serie y un comportamiento inmaculado. Por algo le llaman 'El Preparao', ¿verdad? Pues no, resulta que el Borbón es tan vulgar como el resto de mortales, le pasan las mismas cosas y las resuelve de la misma manera. A la brava.
Felipe y sus costumbres poco recomendables vuelven a la carga
No es la primera vez ni será la última que comprobamos que los seres de sangre azul sufren de tics, manías y costumbres poco saludables similares a los de la plebe. No, no estamos hablando de las juergas interminables de Froilán y Victoria Federica; más bien nos referimos a las famosas manos de Felipe VI. A lo largo de los últimos años hemos visto auténticas carnicerías en sus dedos, producto del hábito de comerse las uñas hasta provocarse heridas sangrantes. Un detalle que descubrió EN Blau y que fue fusilado por el resto de medios, nadie osaba hablar de estas cosas. Pues bien, sea producto de la onicofagia o por| una dermatitis mal tratada, las manos del monarca provocaban repulsión. A él el primero: avergonzado, las tapaba con tiritas. Parece, sin embargo, que después de una visita a Barcelona a finales de enero ha mejorado mucho la cosa, la evolución es positiva. El problema ahora es qué hace con las manos. Y no, no es nada de lo que estar orgulloso. Ni limpio tampoco.
El rey de España estrujando su nariz en público antes de dar la mano a autoridades e invitados
Cuando un rey asiste a un acto oficial los actos protocolarios incluyen el tradicional besamanos con autoridades, súbditos e invitados a la cita en cuestión. Esta mañana en Getafe habrán sido muchas las personalidades que han dado la mano al Borbón. Lo que no sabían, sin embargo, es que momentos antes del saludo Felipe VI hacía una cosa repulsiva con aquellas mismas manos: rascar, hurgar, tocar o estrujarse la nariz a conciencia. No sabemos si tenía un resfriado, rinitis alérgica o sencillamente el apéndice nasal le picaba con ganas, pero ya saben que hay una norma pétrea en cuestiones de buenos modales: nunca te rasques la nariz en público. Hay varias razones, desde higiénicas a psicológicas. Desprende nerviosismo e inquietud... y ayuda a esparcir bacterias por todas partes. Los pañuelos se inventaron para algo. El rey, cazado haciendo lo que no debía.
Seguro que más de uno de los presentes se sentirá un poco incómodo después de ver esta imagen. Otros, sin embargo, se sentirán afortunados de compartir microorganismos nasales con el rey de España. Hay gente pa' tó.