Felipe VI, jefe del Estado en España, ha vivido un momento curioso: preside la apertura del año judicial cuando el sumario más esperado del curso 2020-21 es el que afecta a la corrupción en la Casa Real. La Audiencia Nacional está investigando las comisiones multimillonarias no declaradas del rey Juan Carlos y cita a Corinna como imputada en tanto que amante del rey. Juan Carlos, aforado en el Tribunal Supremo, está pendiente de ser imputado. Con este caos judicial, el heredero Felipe se hace fotos con los jueces que tienen que juzgar a su padre y va vestido de frac y mascarilla:
El protocolo manda: "El rey llega al Tribunal Supremo vestido de frac. Allí se coloca la toga y sobre ella el Gran Collar de la Orden de San Raimundo de Peñafort, distinción propia del ámbito de la Justicia, para presidir el acto". Toda la parafernalia de la más alta magistratura del rey. Felipe, si juzgan a su padre, tendría que declarar como testigo. Corinna ya reveló que Jaun Carlos repartía dinero negro con su hijo.
La mascarilla no es por el coronavirus. Es para tapar lo que apesta.