Alguna cosa está cambiando en el matrimonio real. Los primeros diez años de reinado han sido de Letizia: ella tomaba las decisiones, ofrecía la imagen más potente y llevaba la Corona. Felipe podía esconderse tras la condición de hombre enamorado pero su condición es la de pusilánime. Con poco ánimo, sin ganas de discutir. Las hijas eran menores y la madre tenía la patria potestad. Todo ha cambiado con dos circunstancias que casualmente se han producido al mismo tiempo: la mayoría de edad de las niñas y el escándalo Jaime del Burgo, de infidelidad conyugal. Felipe ya no puede hacerse el enamorado y ha sobreactuado para retomar la Corona y tomar decisiones. La más evidente es arrinconar a Letizia poniéndola en la agenda por debajo de Leonor, Sofía y la reina emérita. Letizia es el último mono. Pero la próxima semana Felipe ha decidido que Letizia no puede seguir un minuto más haciendo el ridículo ante| toda España, humillando como mínimo a medio país: las mujeres. No existe ni una sola explicación lógica, legítima y mínimamente creíble para que Felipe asista año tras año a la Final de la Copa del Rey de fútbol, Letizia se niegue año tras año a presidir la final de la Copa de la Reina del mismo deporte, mayoritario en el país y especialmente en auge desde hace cinco años. Y gracias a un equipo invencible: el Barça de Alexia Putellas y Aitana Bonmatí, campeonas de Europa y del Mundo.
La última vez que Letizia presidió el partido más importante del fútbol femenino, la final, fue el año 2019 y porque casualmente no jugaba el Barça. Era un Atlético-Reial Sociedad que ganaron las vascas. Lo transmitía Telecinco y Letizia se aseguró salir en la media parte entrevistada por Manu Carreño diciendo obviedades sobre la importancia de hacer valer el deporte de élite femenino, que ella desprecia sin darle apoyo. Después de aquella final de 2019 no ha vuelto nunca más a una final. Después de cinco años de inexplicable ausencia, Felipe aprovecha el mal momento de Letizia para obligarla. Ha dicho basta y ha forzado a su mujer a viajar hasta Zaragoza el sábado que viene, 18 de mayo, para presidir la final, con toda la pena del corazón de Letizia porque la juega el Barça contra la Real Sociedad. Será que quiere volver a hacerle de talismán a las vascas y teme que como las finales masculinas que juegan los azulgranas, los aficionados abucheen y silben la entrada de la reina y el himno de España. Letizia se tiene que aguantar y le toca trabajar un sábado, lo que más detesta.
La excusa más habitual de la reina para no presidir la final de su Copa es que cae en fin de semana y Letizia cierra agenda los viernes al mediodía. A partir de aquel momento la reina no trabaja. Como si presidir un partido de fútbol fuera bajar a la mina. Letizia no pierde comba para quedar en evidencia. Cuando toma la decisión de dar apoyo al deporte femenino le cae encima su prepotencia de pasarse 5 años sin presidir al partido clave del fútbol femenino que lleva su nombre. Se añade un sospechoso tufo anticatalán o anticulé, las chicas del Barça han ganado la Copa de la reina los años que no ha ido Letizia: 2020, 2021, 2022 y la de 2023 no pero porque las eliminaron en los despachos por alineación indebida.
Pilar Eyre, experta en Letizia, explicó por qué la reina no va: "Es muy raro, a mí me han contado que Letizia hace horario de funcionaria. Desde el viernes mediodía al lunes por la mañana no trabaja, no hace absolutamente nada. Se dedica a sus hijas y a su casa. Teniendo en cuenta que tiene dos actos a la semana es un gran error que no acuda a la Final". Eso lo decía cuando las hijas vivían en casa. Ahora Letizia no tiene ni esta excusa. Tiene que ir porque si se tiene que esperar que el Barça no la juegue pueden pasar 10 años más. Lo mejor es que la presida la infanta Sofía, futbolera, simpática y menos caradura que Letizia.