Nadie se lo imaginaba, pero Constantino II, hermano de la reina Sofía, ha sido el comodín con el que Juan Carlos está a punto de ganarle la partida a su hijo, el rey Felipe. La muerte del cuñado del emérito provocó una estampida borbónica hasta Atenas. Menos Leonor y Sofía, la Casa Real y la familia del rey hizo pleno en las exequias. Todos los miembros de la dinastía representaron un papel coral que, a pesar de resultar inverosímil y forzado, puede dar los frutos esperados: la reunificación, el retorno, incluso el perdón a Juan Carlos de todos sus pecados, faltas y escándalos. La clave, la imagen que Zarzuela quiso esconder a la opinión pública, pero que los medios locales hicieron pública desde el cementerio de Tatoi: el beso del hijo al padre.
Fue un saludo breve y una muestra de afecto todavía más fugaz, pero de efecto inmediato. Felipe VI pudo captar de primera mano el estado físico y emocional de Juan Carlos. Un hombre de 85 años, castigado en términos de salud, sin credibilidad alguna, perseguido por su pasado y que acusa, cada vez más, el tener que permanecer en Abu Dabi para evitar más incendios en la institución monárquica. Un panorama que se manifiesta en el ademán casi lacrimógeno del emérito, da pena. Y esta lástima, quizás diseñada y buscada por el patriarca de los Borbones y sus asesores, ha hecho diana. Felipe se ha ablandado.
Felipe, después de besar a Juan Carlos: "Está mayor"
Esto es lo que aseguran medios como el Confidencial Digital, que destapan el plan que está pensando el Jefe del Estado para acabar con el destierro y proceder a la repatriación de Juan Carlos. Una frase es la madre del cordero: "Está mayor". Mayor y decrépito. Y en estas circunstancias, el perdón toma forma. Cuando menos, un perdón temporal, una dispensa. La idea de que muera fuera de España es uno de los grandes quebraderos de cabeza de la monarquía constitucional, y que con los decesos de Isabel II o el propio Constantino se ha hecho más presente que nunca. Acercarlo a la península empieza a ser urgente. No osan hablar abiertamente de un retorno definitivo, claro, todavía hay que trabajarse a la opinión pública y al ejecutivo español, pero empiezan a hacer camino. Felipe tiene una hoja de ruta por salvar lo poco que queda de su padre.
El plan del rey para repatriar a su padre, pendiente de una reunión con Pedro Sánchez
La idea es reunirse con Pedro Sánchez y proponerle una vuelta el próximo mes de febrero, que sería temporal y lejos de Zarzuela, una de las premisas principales cuando hablamos de esta hipótesis. Que vuelva a España, que se reúna con los colegas, que pueda disfrutar de cierta libertad para hacer realidad sus deseos, expresados en varias ocasiones y rechazados en última instancia. Ahora bien, si el plan saliera adelante, vigilarían de cerca los movimientos del emérito, evitando por todos los medios posibles que vuelva a protagonizar espectáculos impúdicos como los que vimos en Sanxenxo. Fue su único viaje oficial a España desde que se largó a los Emiratos, acosado por escándalos económicos, de faldas y acusaciones de acoso a su ex amante Corinna. Si La Moncloa le da luz verde habrá movimientos: el traslado desde de Abu Dabi (dejando "tirado" a Froilán), aparte de lío mediático, político y social. La operación está a punto de ponerse en marcha. Hasta que se tome alguna decisión, a Juan Carlos le toca portarse bien, no marear la perdiz y rezar a fin de que no aparezcan nuevos agujeros negros que le desmonten el chiringuito.
Estos movimientos nunca no son casuales: apostamos a que Juan Carlos tiene el equipaje preparado desde hace mucho tiempo. Nunca un beso de sus familiares le había hecho tanta ilusión. Siente mariposas en el estómago.