Los reyes tienen sangre azul. Esta metáfora proviene de la Edad Media cuando los monarcas no trabajaban nunca y mantenían la piel blanca, para no pasarse horas al sol labrando el campo. Con una epidermis fina, se les veían las venas a través de la piel y la sangre parecía de color azul. Medio siglo después, tampoco doblan la espalda ni para recoger un billete de 50 euros.
Trabajar poco es del que acusan al rey Felipe sus súbditos, los que se levantan en las 6 para trabajar, al leer la noticia de El Español: Los problemas de espalda de Felipe VI. La retransmisión de la final de la Copa Davis ofrece un rey con cara de dolor cada vez que se levantaba a celebrar un punto de Rafa Nadal. A los 51 años ya tiene problemas evidentes de espalda y el diario le vaticina más quirófano que a su padre. Racciones de los tuiteros al leer que su rey tiene mal la espalda. ¿De hacer qué?
El entorno real revela por qué tiene tanto de dolor: "Está muy fastidiado. Sufre desde hace años de las lumbares y aún mas con los viajes que ha tenido últimamente. En el último mes ha estado en Oviedo, Barcelona -con la tensión que supuso- luego Cuba y después a Washington. Le está pasando la lógica factura a semejante paliza". Ya tardaban: la culpa es de la tensión de venir a Barcelona y recibir protestas republicanas.
Todavía más ridículas que las causas son las consecuencias del dolor: "La cosa la ven muy negra porque no mejora mucho. Ha tenido que dejar hasta ciertos deportes como el squash". Eso sí que no. Dejar el squash, un drama para España.