En verano no hay nada más español que la figura del Rodríguez: el padre de familia que se queda solo en la gran ciudad mientras la mujer y los hijos veranean en la costa o en la montaña. Felipe de Borbón se ha comportado como un rodríguez ahora que las niñas están en los EE.UU. y Letizia dice que quiere más actos oficiales. Según publica el digital Vanitatis el monarca ha disfrutado de una noche de amigos con una cena en un local madrileño de alto estánding. El menú lujoso en el restaurante El Trasgu, en Torrelodones, del chef Carlos España (el apellido no es un sobrenombre) fue: "Rodaballo, un grande reserva y gin-tonics".
El local tiene reservados pero Felipe quiso lucirse en la terraza con el resto de comensales. Y algunos se chivaron: el rey llegó a las 21h y se marchó de madrugada. Los escoltas cenaron lo mismo que Felipe: "rodaballo fresco traído del Cantábrico, especialidad de la casa, y un vino gran reserva, solo apto para algunos bolsillos". Letizia es abstemia pero Felipe no. Después del vino reserva se tiró en los gin-tonics hasta la madrugada. ¿Hasta qué hora y hasta qué copa? El informador de Vanitatis dice que a la 1 de la madrugada el rey pedía "la penúltima copa", como el típico señor ebrio que no se va del bar.
Lo más relevante, dado que es un alto funcionario del Estado, es quien pagó la cuenta (elevadísima) de todos los comensales y los escoltas. La fuente sostiene que pagaron "a la catalana", es decir, "a escote", a medias. Cada uno lo suyo pero Felipe, es decir nosotros, pagó su cena de lujo y la de toda su escolta. A medias entre 46 millones de ciudadanos no sale tan caro.