Jaime Peñafiel ataca de nuevo. El cronista real ha vuelto a centrar su columna en el rey Felipe VI, sacando a la luz una faceta que el monarca ha querido esconder siempre. Hace más de 14 años que José Antonio Alcina, responsable de la educación del príncipe, sacó un libro explicando cómo le formó.
En aquellas páginas relataba todas las técnicas que había utilizado, cómo había ido evolucionando su aprendizaje... Pero lo más curioso —y lo que ha querido destacar ahora Peñafiel— es la enfermedad que se sustraía de aquellas palabras. Y es que parece que la adolescencia no sentó muy bien a Felipe, porque empezó a sufrir un trastorno del sueño que hizo que aquellos que le rodeaban sufrieran mucho.
Cuando el pequeño Borbón solo tenía 16 años empezó a tener a este nuevo profesor, una figura que intentaría reconducirlo: "Por entonces era un niño maleducado, flojo en los estudios, con falta de asistencia y puntualidad en las obligaciones escolares y déspota. Todo, con un grave problema añadido: el sueño", empieza Jaime. El profesor justificaba esta etapa de Felipe diciendo que estaba pasando un mal momento como consecuencia de su crecimiento, de una pubertad que provocaba en él vagancia, somnolencia y falta de interés en general: "Se dormía incluso estando de pie".
A partir de aquí empieza a compartir una serie de anécdotas que retratan como era tratar con un Felipe dormilón: "Sobre las 7:30h de la mañana la primera tarea era sacar a Felipe de su pesado sueño con todo clase de artimañas. Desde tirarlo de los pies, a abrir la ventana o llamar telefónicamente desde la centralita de la Zarzuela. Pero muchas veces el sueño era tan profundo que todo aquello constituía un trabajo casi imposible".
Unos problemas que continuaron en sus meses en la escuela del Canadá: "Allí el régimen era muy exigente y estricto. Para empezar, tenía que levantarse a las seis y media. El príncipe empezó a tener problemas con una hora tan incómoda... Chris, su compañero de habitación, hacía de despertador, pero si no conseguía levantarlo, se desesperaba ante un sueño tan persistente y profundo. Había veces que la directora de la escuela había de recurrir a la bolsa de hielo sobre la cara de Felipe".
Pero el trastorno continuaba durante el día. Y es que se ve que el profesor le obligaba a dar las clases de pie, ya que si lo hacía sentado, se dormía sin poder evitarlo: "Si colocaba los codos sobre la mesa, se dormía profundamente también".
Esta publicación destapaba una faceta que Felipe VI no quería que saliera a la luz, por lo que habría intentado impedir que se editara. Pero no lo consiguió, publicándose después de dos años quedando congelada. Y ahora, cuando la Casa Real agoniza, es el mejor momento para recordar que el monarca nunca ha sido perfecto.