El matrimonio de Felipe y Letizia está roto. La única incógnita es si lo está desde hace 10 años, cuando Felipe supo por los servicios secretos que su mujer le ponía los cuernos con su cuñado Jaime del Burgo, o si se ha roto ahora que el amante ha hecho pública al detalle la relación extramatrimonial de Letizia. La reina es una adúltera como Juan Carlos. La bomba contra el matrimonio real todavía trae consecuencias, adiós a los tres jaimes: Jaime Peñafiel despedido, Jaime Alfonsín sustituido y Jaime del Burgo silenciado. Y el matrimonio cuelga de un hilo. Letizia solo tiene dos salidas: la de Cristina, divorciarse, o la de Sofía, aguantar al marido haciendo vidas separadas. O es como sus cuñadas o es como su suegra, tres mujeres a las que detesta. Letizia en su laberinto.
Cada acto oficial de Letizia es un martirio, y cada acto conjunto con su marido una prueba de fuego: qué mala cara le dedicará Felipe a su mujer, la reina que lo ha humillado en público metiéndose en la cama del cuñado dentro de la misma Zarzuela. En Barcelona hace pocos días, durante la inauguración de la segunda Torre Puig en l'Hospitalet, algunos de los invitados catalanes presenciaron el gesto secreto que Felipe y Letizia se dedican en privado cuando quieren enviarse una señal. Es un acto sutil que acostumbra a hacerle Felipe a Letizia. Pilar Eyre, con las mejores fuentes dentro del entorno real, acaba de publicar en la revista catalana Lecturas cuál es este gesto que repitieron en Barcelona: "Felipe y Letizia tienen una señal secreta para comunicarse entre ellos cuando están en un lugar público. Cuando uno de los dos quiere irse, levanta el puño. No a la manera comunista, sino girando levemente la muñeca como mostrando un reloj imaginario. En realidad, es Felipe el que tiene que hacer siempre el gesto, pero la reina interrumpe inmediatamente su actividad para emprender el camino de salida a paso ligero y detrás de ella sus escoltas y asesores. Así ocurrió en la visita a Puig en Barcelona la semana pasada, aunque la reina estaba tan embebida en su conversación con los propietarios de la empresa que el rey tuvo que hacer el gesto dos veces, alzando al mismo tiempo las cejas y elevando los ojos al cielo".
Felipe cuando está harto de la reina hace la señal del puño, como de mirar un reloj imaginario. Y cuando está muy harto de Letizia levanta los ojos al cielo, arquea las cejas y vuelve a hacer la señal del puño. Pasó en Barcelona delante de todos los invitados de los Puig. Eyre tiene constancia que fuera de cámaras Letizia se ha relajado, como si el distanciamiento entre el matrimonio fuera impostado, en público, un teatrillo por hacer ver que Felipe está ofendido con los cuernos y en realidad todo es un pacto de matrimonio abierto como el de Juan Carlos y Sofía. No entienden que España no volverá a tragarse un fraude similar. Si no son matrimonio que se divorcien. Nada gustaría más a España que una segunda boda real de Felipe con una nueva reina y Letizia enamorada de un Dodi Al Fayed, el heredero de Harrod's. Letizia enamorada del dueño de El Corte Inglés, para seguir con el paralelismo inglés. Cualquier cosa mejor que el ridículo de Sofia y Juan Carlos que España se ha tragado durante cuatro décadas.