El jueves 25 de mayo la infanta Sofía celebra el primer acto público, que no acto oficial, donde ella será la protagonista. Para una adolescente que vive siempre a la sombra de su hermana mayor y heredera a la Corona, no es un gesto menor. Tomará el sacramento de la confirmación en su escuela y por un día será ella el centro y no Leonor. La princesa llega expresamente de Gales para asistir al gran momento de la infanta, donde confirma su fe al catolicismo. Para una chica de 16 años todo un acontecimiento, que prepara con ilusión: el vestido, los zapatos, el maquillaje, el peinado, todo pensándolo bien para lucir espléndida su gran día. Pero Zarzuela está empeñada que la infanta Sofía no sea una chica normal. Si Leonor recibe toda la atención, ahora encima a la pequeña Sofía le han impuesto una decisión que ella no ha tomado: quién será el padrino de su confirmación,
Lo más lógico es que a la hija pequeña le permitieran escoger libremente y como hizo Leonor, el padrino de confirmación sea su padre, el rey Felipe. Le tiene adoración y es la gran figura religiosa de casa, ya que Letizia es una atea convencida, de formación republicana, casada por lo civil con su primer marido, divorciada y con alguna decisión personal más que implica poca religiosidad. Sofía podría haber escogido de madrina a su hermana Leonor, pero parece que su experiencia en catolicismo es similar a la de Sofía. El drama es que a la infanta le niegan que escoja a Felipe para remarcar así que las dos hermanas no tienen el mismo papel institucional, que una es princesa y la otra no, la otra es infanta, es suplente. La discriminan por ser la pequeña y para rematar le imponen a un padrino de confirmación que ella no quiere: la reina Sofía.
Así lo ha publicado el digital Monarquía confidencial. La octogenaria Sofía, la que no habla castellano, la que no ve a sus nietas más que por TV, será el gran apoyo de su nieta Sofía su gran día. La abuela griega, una extraña. La misma que Letizia les enseñó a despreciar como se vio con el manotazo de las nietas a la abuela en la catedral de Palma. Ahora toca el teatrillo. Después de haber apartado a la emérita de la graduación de Leonor en Gales, con una excusa falsa, que la reina estaba en Houston, ahora lo compensan con la presencia de la emérita en un acto menor, de la hija que no es la heredera. Es la obsesión de Felipe, apartar a la princesa de todos los elementos tóxicos. No hay una sola foto de Leonor ni con los Urdangarin, ni con los Marichalar, ni con las infantas Cristina y Elena, ni con los abuelos paternos. Juan Carlos por corrupto y Sofía por cooperadora necesaria del corrupto ya que era beneficiaria de las tarjetas black del emérito. Pero quien paga el precio es la pobre infanta Sofía, que le endosan a la abuela griega. Muy injusto.