La efervescencia provocada por la visita de Juan Carlos a España tras 2 años escondido en Abu Dabi va a la baja. Los fans del emérito ya no gritan tanto ni hacen tantos aspavientos, los detractores descansan de la sobreexposición impúdica de un monarca manchado por todo tipo de escándalos... se respira cierta paz. Sin embargo el tema todavía colea, claro, sobre todo porque ahora empiezan a salir los detalles más jugosos del reencuentro en Zarzuela con parte de su familia... y una que no considera ni familia, ni ná. Y no, no hablamos de su hija ilegítima Ingrid Sartiau. A ella la dejaron fuera, con el grupito de ultras juancarlistas y la multitud de periodistas que cubrían la noticia.
El caso es que el invitado pasó 11 horas en la que fue su casa durante 6 décadas, de las cuales 4 fueron un cara a cara con el rey Felipe. A cara de perro, para ser más exactos. La conversación fue un festival de reproches por parte del hijo al padre: su circo de tres pistas durante 4 interminables días le tocó mucho las narices, cargándose en un abrir y cerrar de ojos todo aquello que la Corona había conseguido echándole del país. Si es que habían conseguido algo, que eso se tendría que estudiar muy bien.
El clima de tensión fue tal que el veterano patriarca de 84 años no consiguió ablandar el corazón del marido de la reina Letizia. Y mira que lo intentó de todas las maneras posibles. Es lo que deducimos de la información que ha filtrado 'El Confidencial Digital', y que sorprende revelando la petición de última hora con la que Juan Carlos dejó a Felipe de piedra. Intentó un gol en el minuto 95, un triple sobre la bocina, llamenle cómo quieran: quedarse y no volver a su nuevo país al menos durante unos días. El clásico "5 minutitos más" intentando estirar el chicle... o tensar la cuerda para ver la reacción que provocaba. Y la tensó, vaya que sí, recibiendo la respuesta más inflexible posible: un "no" rotundo.
Juan Carlos utilizó la carta de su salud delicada para arañar un rato más de tour. Por eso le propuso cambiar el destino de su vuelo (lleno de marisco, por cierto), y en vez de ir a los Emiratos Árabes detenerse mucho más cerca: en Barcelona. Quería hacerse una revisión médica en la Clínica Quirón, donde es paciente habitual del doctor Manuel Sánchez. Un ruego que no estaba en la agenda del día, porque el emérito se lo sacó de la manga mientras volaba de Vigo a Madrid. Por eso la sorpresa del hijo y su negativa sin fisuras. Si quiere ir al médico, que concierte una visita en la próxima escapada al Estado o que se busque un médico en Abu Dhabi, que seguro que los hay y muy buenos. Pero de quedarse por la zona y continuar con la tabarra, ni hablar. A Juan Carlos le sentó como una patada dónde la espalda pierde su nombre.
Ya podemos oír al fandom de Juanito desgañitándose: Felipe mal hijo, cruel, vergüenza. La partida de ajedrez, sin embargo, continúa. Todos contra el rey. El rey que sea, claro.