Los Borbones presumen de tener sangre azul y eso los convierte en privilegiados por naturaleza. Privilegios permitidos y pagados por los ciudadanos del Estado, por cierto. Pero no se engañen: lo de la nobleza es una trampa, un cuento que muchos se tragan por interés. Sin las facilidades de las que disfrutan, está por ver dónde acabarían los miembros de la saga. No pondremos nombres, pero todos sabemos de quién hablamos. Lo que no tiene ningún misterio es afirmar que un Borbón no es diferente a ninguno de nosotros en las cosas más básicas. Que comen, respiran, van al lavabo, se reproducen y mueren como todo quisqui. ¿Un ejemplo? Lo que nos ha traído Telecinco a la hora de comer.
'Socialité' ha visitado un establecimiento de fast food de Madrid que, a pesar de su modestia, sencillez y ausencia de glamur, se vanagloria de ser el proveedor oficial del vicio culinario de la Casa Real. Si quieren quedar bien con la Corona, no compren flores, ni vino, ni bombones. Ni siquiera jamón: vayan a ver al libanés George y compren una bolsa llena de kebabs, de durums, de shawarmas. Este plato típico turco y que los países vecinos interpretan a su manera ha sido la base alimentaria de los reyes de España durante mucho tiempo. Y por partida doble: desde Juan Carlos antes de tomar las de Villadiego al reinado de Felipe y Letizia. "Venían los guardaespaldas y se llevaban 7 u 8".
Cualquier miembro ilustre de la Familia Real mirando uno de estos cilindros de carne asándose y girando es como ver a los chiquillos en una tienda de golosinas. Salivan a cubos. La reina Sofía, como buena griega, los conoce y los adora. Y ha transmitido la pasión a los descendientes: "Felipe los pedía en su época de estudiante", decía el cocinero a la reportera. De eso hace un montón de tiempo, sí. Parece ser que incluso de novios con Letizia los seguían pidiendo. George y su mujer Amal tienen el local en Moncloa, cerca de la residencia real. Y el cocinero, aunque no lo parecer, tiene muy buen cartel en Zarzuela: de vez en cuando lo llamaban para preparar las comidas en las recepciones de delegaciones árabes. Además también cocinaba en el restaurante de este estilo más 'pijo' de la capital de España. Cuando se montó el negocio por su lado no dejaron de llamar. Pero todo en la vida se acaba.
Telecinco o el propio George no lo explica a cámara, pero la realidad es otra actualmente. Porque George da entrevistas muy a menudo tirando de su relación con la monarquía. Y en una de ellas, en 'El Español', encontramos una versión trágica: el teléfono ya no suena. "Dejaron de llamar. Creo que fue con el tema del emérito. A lo mejor estaban liados, o yo qué sé". Exacto, nadie sabe nada. Juan Carlos la lío gorda y los platos rotos los paga el pobre hostelero. Ni siquiera Felipe quiere continuar la tradición: la ruptura con su padre es total. Ni las migas del kebab, tú.
Por eso comen tantas lentejas y tanta acelga Felipe, Letizia, Leonor y Sofía. Todo cuadra.