Felip y Letizia se han convertido en los sparrings de las monarquías europeas. Sus homólogos les han pasado la mano por la cara durante la crisis del coronavirus. La Zarzuela es una institución caduca, antigua, oxidada, inútil y distante. Un monstruo que reacciona tarde, mal, sin ganas. Ni las niñas han podido escapar del desastre comunicativo con sus súbditos. Momias que presumen de jóvenes y modernos, y que dedican los días a hacer videoconferencias con chuleta y postureo. Así pasan los días, los meses, la vida.
La crónica diaria de la apretada agenda de Can Borbón nos ha permitido descubrir una estrategia desesperada del matrimonio para parecer normales. No útiles, no. Sólo normales. Una operación estética destinada a evitar que se mueran de vergüenza cada vez que las revistas que compra la Reina enseñen lo que hacen las casas reales inglesa, holandesa, etcétera. Han visitado el armario, han guardado corbatas y modelos sobrios y aburridos, y visten en plan casual. Hasta aquí la aportación de Zarzuela. Ponerse a trabajar, ayudar con hechos o ya puestos, enfrentarse a la corrupción millonaria de la casa devolviendo el dinero al estado... eso otro día.
Los Reyes han mantenido hoy por videoconferencia un encuentro abierto con representantes de la nueva generación creativa del panorama cultural español. Han conversado con Elvira Sastre, @leticia__sala , Marwan y @Defreds para saber cómo afrontan la situación provocada por COVID19 pic.twitter.com/G9vokjL08h
— Casa de S.M. el Rey (@CasaReal) 20 de mayo de 2020
Los reyes de España no nos engañan: van de fracaso en fracaso.