Felipe y Letizia continúan con su visita oficial a Holanda, acompañados por sus homólogos Guillermo y Máxima. Un viaje salpicado por varias anécdotas poco favorecedoras para la reina Letizia, que está sufriendo y de lo lindo por su obsesión con los zapatos de tacón extremo. Sufre dos problemas derivados de este abuso, un neuroma de Morton y un ganglión, y cuando el dolor se manifiesta la deja fuera de combate. Impedida, como hace unas horas en la cena de gala que se ha ofrecido en el Palacio Real de Ámsterdam: realizó el besamanos sobre un taburete, y la foto de familia parecía la orla de un colegio, con los monarcas sentaditos. Un contratiempo que, sumado a la pelea con su marido Felipe justo antes de despegar desde Torrejón de Ardoz, aeropuerto militar de Madrid, le está amargando la existencia. Y en un momento de especial tensión, además.
Aparte de los latigazos del caso Jaime del Burgo, mucho más callado y bajo control aparente tras un frenesí de revelaciones íntimas y adúlteras, en Zarzuela hay otro temor creciente. Tanto es así que todo el mundo empieza a prepararse, desde las televisiones y medios a los servicios de protocolo de la Casa Real. La muerte de un Borbón está sobre la mesa: la edad, los problemas de salud como los de Sofía de Grecia, y el dispositivo de monitorización y aviso que el emérito luce como un anillo desde hace semanas, hacen pensar en un desenlace funesto en cualquier momento. Juan Carlos, informaban hace días algunos medios, va explicando a su entorno íntimo las dudas que le provoca su defunción. Dónde lo enterrarán, cómo, honores de estado, pompa, etcétera. Las señales están ahí. También con respecto a sus hijos.
Elena y Cristina, las más próximas a Juan Carlos, están en alerta por cualquier eventualidad con respecto a su padre, que eso sí, no deja de cruzar el planeta en jet privado. Y con respecto a Felipe, y por lo tanto a Letizia, hay un detalle oculto que también indica que están en guardia. Se encuentra en la maleta de viaje de los monarcas en Holanda, y según la revista 'Semana', aunque se trate de una norma tradicional de la Casa Real británica, seguro de que está siendo copiada estos días por los españoles. Se trata de ropa negra de duelo, adecuada para asistir a un funeral o un entierro al bajar del avión de vuelta de la expedición internacional. Un vestuario macabro, tétrico, pero previsor. Con Felipe no hay tanto problema, siempre viste triste y aburrido. Pero que no pillara Letizia en fuera de juego en el posible funeral del suegro, enemigo íntimo de toda la vida. Se armaría un enorme escándalo.
Estas cautelas a la hora de hacer el equipaje para ir de viaje oficial no son las únicas normas que provocan mal rollo: Letizia exige bolsas de sangre de su tipo en los hospitales de las ciudades que visita. No es una exigencia problemática, porque es O+, el más común, pero como Juan Carlos era A-, uno de los más infrecuentes, en Zarzuela quedó la norma y la actual reina la ha hecho suya. También hace falta una ambulancia medicalizada a su disposición, habitaciones disponibles en urgencias y en planta... Son medidas de seguridad como jefes de Estado, sí, pero parece 'Con la muerte en los talones'. Mala vibra.