España y sus fuerzas armadas tienen un problema. Adaptarse a los nuevos tiempos, a las nuevas realidades y a los estándares del presente no es su fuerte. Ejército, guardias civiles y policías nacionales comparten una costumbre muy poco edificante: la de abrazar símbolos que dividen a la sociedad, que la fracturan, que hace proselitismo de épocas preconstitucionales. Una paradoja, teniendo en cuenta que son cuerpos de un estado democrático fundamentado en la famosa Carta Magna. Pues bien, este detalle se obvia demasiado a menudo en estos universos, ofreciendo espectáculos dantescos. Y lo que es peor: acostumbran a exhibirlo en presencia de la Jefatura del Estado: el rey Felipe, la reina Letizia y la princesa y heredera Leonor.

Recordarán que, durante la jura de bandera de la dama-cadete Borbón y Ortiz en la Academia General Militar de Zaragoza, los espectadores de la retransmisión se quedaron pasmados al descubrir el nombre del dictador fascista Francisco Franco presidiendo el patio de armas, al lado de la bandera nacional. Bajo este escenario juraba fidelidad la futura reina, perpetuando la leyenda negra que perseguirá siempre a su familia: son lo que son gracias a un militar golpista y genocida. La indignación hizo que algunos grupos políticos en el Congreso exigieran explicaciones, y tras unas semanas saltó la sorpresa: los tapices desaparecieron. Al almacén, escondiditos. Bien, es un paso. No pasó lo mismo, sin embargo, con la enseña que besó Leonor: una bandera con el escudo de la Corona de Castilla. Una reliquia excluyente que dice mucho del concepto de nación que se defiende en los cuarteles. Dicen que es el emblema de la academia, pero harían bien en cambiarlo. Por higiene democrática. Por decoro. Porque ya sería hora.

La jura franquista de Leonor / TVE
Leonor besa la bandera de Castilla / EFE

Pues bien, hace unas horas hemos asistido a un nuevo esperpento durante la celebración del 200.º aniversario de la Policía Nacional en el Palacio Real de Madrid. Felipe y Letizia han presidido un acto que ha contado con paracaidistas de los GEO intentando emular aquella famosa escena de la farola. La cara del rey de España, en pleno déjà-vu, era un poema. Lo que estaría bien, sin embargo, sería saber qué mueca se le hubiera quedado si llega a ver la curiosa manera de publicitar el acto que ha escogido la Policía. Una imagen retocadísima del matrimonio al lado de un escudo que ni es el de España, ni de la Casa Real, ni ná. De hecho, es una ofensa. Para los Borbones, pero también para la democracia: el carlista. El de aquellos que pasaron de odiar a los Borbones a convertirse al falangismo y a adeptos de Franco. Fenomenal.

Borbones con el escudo carlista / X

EL ESCUDO CARLISTA:

Escudo Carlista / Wikipedia

EL ESCUDO CONSTITUCIONAL:

Escudo constitucional / Wikipedia

EL ESCUDO DE LA CASA REAL:

El escudo de la Casa Real / Wikipedia

Las reacciones a la chapuza del cuerpo policial son numerosas. Y no, no cuela que digan "es que se parecen mucho", que esto no es P-5. Por descontado que a algunos los ha animado y de lo lindo, con gritos de ánimo a "Don Carlos" y todo. Otros, sencillamente, no entienden absolutamente nada. La conclusión, triste, pero más que contrastada, es que no hay nadie al volante. Nadie en quien puedas confiar realmente, cuando menos. Vaya país.

Felipe VI / GTRES