La comitiva española ya está en Catalunya luciéndose en el Salón del Automóvil, que ha vuelto a abrir sus puertas después del parón obligado por el impacto de la pandemia. El séquito lo encabezan las máximas autoridades de Madrid: el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, y el jefe del Estado, el rey Felipe. La agenda, muy intensa: nada más llegar a Barcelona, una buena comilona para coger fuerzas antes de pasearse por los stands de las marcas presentes en la cita. Quizás también para digerir el trance de ver y oír la enésima protesta popular contra su presencia en la ciudad y en el país, que trata como una colonia y no tiene ningún miramiento de maltratarlos con discursos tan ofensivos como aquel del 3-O de 2017.
Una vez en el recinto de la Fira de Barcelona, tocaba disfrutar de la excursión y dedicar el tiempo a probar los modelos más nuevos y chillones de la industria del motor. Durante el recorrido, Felipe ha demostrado que es hijo de su padre, por mucho que lo mantenga a miles de kilómetros de distancia para evitar salpicarse con la porquería que chorrea de su legado, y que la relación sea cada vez peor.
Pedro Sánchez i el rei Felipe VI, de risas en el Salón del Automóvil de Barcelona / Sergi Alcàzar
Una de las grandes pasiones del 'Campechano', aparte de las donaciones millonarias, no pagar impuestos, acumular amantes y cazar animales indefensos, han sido las motocicletas. Existe una leyenda urbanda que asegura que en sus noches libres (la mayoría) le gustaba ponerse el casco, la 'chupa', montar en moto y hacer kilómetros en la carretera, sintiendo la libertad, el anonimato y el viento en su real cara. Incluso dicen que un conductor que había sufrido una avería en su coche y que caminaba por la calzada en dirección a una gasolinera recibió la ayuda de un motorista misterioso y muy buen samaritano. "¿Qué te ha ocurrido, puedo ayudarte?", le dijo. El joven le explicaba el problema y recibía la invitación de su salvador: "La más cercana está lejos, anda sube y te llevo". Van a la gasolinera, compra el combustible, vuelven al vehículo parado y le pide un último favor para llenar el depósito. "Espera, me quito lo casco y te ayudo". El que estaba bajo la protección, tachán tachán, era el Borbón. Sólo falta la música de violines para completar la escena.
Sea como sea, entre Juan Carlos y Felipe hay diferencias. Y las hemos comprobado esta tarde. El monarca actual no tiene la maña motera del padre, ni siquiera un casco o un vestuario adecuado para la ocasión. Lo hemos visto subir a una BNW alemana de gran cilindrada, eléctrica y cualquier cosa menos económica, vestido con americana y corbata. Un cuadro ridículo: más que un motero, parecía un yuppie. La corona, aunque pase el tiempo, siempre despide hedor a naftalina. La imagen la ha inmortalizado el fotógrafo de El Nacional.cat, Sergi Alcàzar.
Juan Carlos y las motocicletas, una relación de leyenda / GTRES
Felipe en moto con americana y corbata en el Salón del Automóvil de Barcelona / Sergi Alcàzar
Hacer el show está muy bien. Pero si quieres lucirte, cuida los detalles. Si no es así, las carcajadas te perseguirán por siempre. Zarzuela style.