La Familia real es como todas las familias, un foco de tensión. En el caso de los Borbones se añade que hay centenares de millones en juego, los que ha ido acumulando ilegalmente, y de forma monstruosamente poco ética, Juan Carlos haciendo de comisionista cuando era jefe del Estado. Dinero, envidias, odios fratricidas y una notable incapacidad para gestionar no ya un país sino una familia. Todo este escándalo aparece ahora negro sobre blanco en un libro, King Corp, que narra las interioridades de esta fortuna opaca. La tensión entre los tres hermanos Felipe, Cristina y Elena es notable. Se acostumbra a decir que es Letizia la responsable del distanciamiento. Falso. Letizia es la excusa. Lo que separa de verdad a los tres hermanos es la fortuna de Juan Carlos.
Hace muchos años que no hay una foto de los tres hermanos. se detestan. Felipe ve a las dos mujeres como unas interesadas solo por el dinero y el estatus, incapaces de educar a sus hijos, y las infantas creen que Felipe se aprovecha de ser el rey, cuando le tocaba serlo a Elena como la primogénita, para protegerse él y los suyos y abandonar al resto. Un capítulo del libro explica hasta qué punto Felipe impuso un cordón sanitario entre la nueva Familia Real (él, Letizia, las niñas y los eméritos) y el resto. Fue cuando el sobrino más holgazán, fumeta y extraño, Juan Urdangarin, recibía un diploma en una escuela de Ginebra. Juan Carlos, que era quien pagaba toda la educación de los nietos, quiso viajar al acto de entrega del diploma y se hicieron las fotos correspondientes. Felipe viva una tensión fuera de control con Cristina. Su hermana pequeña lo humilló en público negando que Felipe le hubiera retirado el ducado de Palma por la imputación de Noos. Cristina hizo un comunicado indecente diciendo que era ella quien renunciaba al ducado. Felipe detesta a su hermana y no le ha perdonado nunca ese gesto e hizo lo que hizo falta para retirar las fotos de Juan Carlos en la graduación de Juan Urdangarin. No eran fotos del chico fumando o drogándose. Eran fotos del emérito con un miembro tóxico de la familia, un hijo de Cristina, la apestada.
El libro sostiene que "Juan Carlos estuvo con su hija y su yerno en Ginebra, y había testigos gráficos de ese momento, unas fotografías que Felipe se encargó de retirar de la circulación". Este es el poder del rey: hacer desaparecer pruebas de un encuentro entre el emérito y la hija en Ginebra. La revista Hola ya publicó fotos de la reina Sofía visitando a los duques de Palma en Washington en pleno escándalo Noos y Felipe dijo que nunca más. Juan Urdangarin fue la excusa por las fotos pero lo que escondía la graduación de Juan era un pulso de Cristina en Felipe. Y lo acabó ganando Felipe. Las fotos y los negativos fueron quemados. No han sido publicadas nunca.
Visto lo que se ha visto, el pulso lo pierde Cristina pero ha decidido cobrárselo. Felipe anunció que cuando su padre muera piensa renunciar a la herencia de los centenares, quizás miles, de millones, pero las dos hermanas han dicho que nanai, que ellas sí que aceptarán el dinero. Una vergüenza que revela qué esconde esta familia: un pozo de (muchos) dinero. Cristina ha aceptado la herencia que le tocará cuando su padre muera, y es mucho dinero, turbios, no declarados, en black, oscuros e indignos, pero muchos. Cristina está decidida a no fotografiarse nunca más con su hermano. Quizás en el funeral de Juan Carlos y después en el funeral de Sofía y en el funeral de Elena, la hermana mayor. Pero nunca más. Multimillonaria y apestada. Y sin fotos juntos. A ella ya le va bien.