Juan Carlos y su hijo Felipe VI no se cansan de jugar al ratón y al gato. El emérito quiere volver a pisar España lo antes posible, y tiene un destino entre ceja y ceja: Sanxenxo. Las regatas, el marisco y los amigotes tiran mucho, y a pesar de las consecuencias nefastas que provocaron su última visita no se baja del caballo ni de la barca. Las negociaciones entre Casa Real y el exiliado royal habían llegado a un punto de acuerdo: de acuerdo, papi, ven pero no fastidies. Y sobre todo: no la líes exhibiéndote como un pavo. Por eso le sugirieron que no pisara la localidad de Pontevedra ni el Club Náutico, nada de regatas. El Estado es lo bastante grande y puede escoger otras localizaciones menos polémicas, la elección era infinita. Pero el patriarca es tozudo, y si le prohíbes algo, peor.
Juan Carlos no se dio por vencido y consiguió difuminar esta condición. "Preparádme el Bribón, que voy", soltó a su entorno. Después de asistir a la coronación de Carlos III en Inglaterra, quería hacerse a la mar. Tiene 85 años y una salud siempre sospechosa, pero asegura que se siente fuerte y capaz de competir surcando el Atlántico. Ya nos estábamos haciendo a la idea de un revival gallego con el fugado como gran estrella de este circo de tres pistas, cuando nos hemos enterado de un nuevo giro de guion que chafa sus planes. Una jarra de agua gélida... y salada, como el océano.
Giro de timón radical en Zarzuela, Felipe prohíbe a Juan Carlos acercarse a Galicia por una cuestión de orden constitucional
Parece una broma, pero el digital El Confidencial Digital asegura tener fuentes de toda solvencia dentro de Zarzuela que destapan el veto tajante de Felipe VI al viaje de placer de su padre. La intención del emérito era presentarse en Sanxenxo coincidiendo con la disputa de una competición los días 19, 20 y 21 de mayo. Tiene mono de regatas, también tiene previsto participar en agosto en las pruebas que tendrán lugar en la isla de Wight, en Reino Unido. Pero de momento tendrá que aguantarse, ya sabe que no es bienvenido. Y no por enemistad o molestias familiares, los motivos son, aparentemente, de peso. Una cuestión de Estado. No quieren tener a un personaje tan sensible haciendo de las suyas a pocos días de la celebración de un acontecimiento de primera magnitud para el orden constitucional: las elecciones del 28-M.
Felipe había claudicado, pero no se fía. Sabe que su padre es capaz de cualquier cosa
La cita con las urnas será a nivel local, pero es la máxima expresión de la democracia participativa. Tienen que ser jornadas tranquilas, sin disturbios ni movidas extrañas. I Juan Carlos es un imán de sorpresas, la gran mayoría desagradables, capaz de cualquier cosa. Cuando menos desde hace unos cuantos años, y nada hace pensar que esta tendencia haya de cambiar en el futuro más inmediato. El Borbón molesta, el Borbón alarma. El Borbón hace temblar los cimientos del sistema, la Corona y todo lo que se encuentre en su camino. Por lo tanto, Felipe recula y le dice a su padre que sería mejor que viniera a Galicia en otro momento, que ahora no toca. Si no hay un nuevo giro radical de timón, cosa que no nos sorprendería nada de nada, se quedará en tierra firme.
Felipe sabe que el transatlántico de la Corona zozobra y no quiere convertirlo en el Titanic. Por eso mejor evitar el iceberg.