El reyes de España ya vuelan hacia Madrid después de una de sus misiones internacionales más cortas y paradójicas: Andorra. Mira que lo tenían cerca, pero ya ves: ningún monarca español había representado jamás a su país en aquella tierra. Les ha tocado a Felipe y Letizia, que quieren desmarcarse de legados antiguos, especialmente el de Juan Carlos, y hacen todo el contrario al emérito huido. Pero vaya, que como dicen en castellano, 'la cabra tira al monte'. Y la expedición ha estado imbuida de un cierto 'resquemor' y falsa superioridad, remarcando las banderas españolas por todas partes. Como hacen en Catalunya, lo mismo. Felipe ha hecho de Leonor y se ha marcado un discurso en catalán que lo ha dejado retratado: no le interesa. Sólo quería quedar bien. El acento y la pronunciación, a años luz de su heredera, que se lo estudió (porque la obligaron).
La recepción por parte de los principales responsables del principado, el obispo de La Seu d'Urgell, Joan Enric Vives, y el representante de Emmanuel Macron, Patrick Strzoda, acabó con el tradicional brindis que tanto molesta a Letizia. Y la cosa no fue mejor. Se lo vio perdido después de una soberana 'chapa' (ya en castellano) a los allí presentes. Se quedó callado de repente, mirando hacia un lado y el otro. Le faltaba algo. Como no lo encontraba en ningún sitio, dijo las palabras mágicas para activar al personal que le atiende: "y con estas palabras... levanto mi copa". Finalmente alguien le hizo llegar el vaso y pudo acabar con la ridícula escena.
'El preparao' no hizo honor a su título y pensaba en otra cosa. Seguramente, en marcharse de allí y volver a Zarzuela, a descansar.