Felipe VI tiene una misión entre manos: salvar la monarquía. Salvarla de los desmanes de su padre Juan Carlos, de sus escándalos, del descrédito absoluto de la ciudadanía del reino de España. Del oprobio. ¿Qué cómo le va la cosa? Pues según lo mires. Si llevas las gafas cortesanas, españolistas y medievales, pues fenomenal. Como la seda. Fetén. Ahora bien, si la tienes la vista sana, limpia y no sufres alucinaciones, la historia es otra. No se trata sólo de su padre, majestad. El problema es su apellido, su historia y la institución que representa. Es insalvable. Y aunque quiera hacernos ver que es un rey moderno, guay y de otra pasta, no se lo cree nadie. De tal palo, tal astilla.
No hablamos del que esconden o no en los bolsillos los miembros de la Casa Real, no. Hoy toca hacerlo de lo que llevan dentro del alma, del corazón y del cerebro. Y desgraciadamente para sus intereses, lo que allí encontramos es penoso y maloliente. La misma naftalina de siempre, el mismo hedor a rancio, a podrido. Y también a sangre, a muerte, a crueldad. Todo aquello que emana de la llamada fiesta nacional, las corridas de toros, la sádica tortura de animales indefensos bajo el pretexto de ser parte de la cultura patria. La lacra predilecta del españolismo, y que tiene la bendición de la Jefatura del Estado. Son fans, como Juan Carlos, Elena o Victoria Federica. Una tradición de la casa, como demuestran las instantáneas de Felipe VI en Las Ventas presidiendo la supuesta 'corrida de la beneficencia'.
La plaza, abarrotá. La flor y la nata de la caverna reunida para ver a tres maestros del maltrato animal. Felipe llegaba muy sonriente, entusiasmado por la aclamación de sus súbditos. Éxtasis. En el palco presidencial le esperaba Isabel Díaz Ayuso con aquella mueca de Joker tan inquietante y pidiendo a gritos un babero ante el Borbón. El momento más álgido, cuando suena el himno nacional. Loooolo loooolo lololololololo... Del resto de la matanza ni hablaremos, claro, por una cuestión de dignidad. Con la imagen del máximo representante del estado allí exhibiéndose tenemos más que suficiente. Es la fotografía que mejor ilustra la miseria de un país que no tiene remedio.
La escena ha dejado consternada a una enorme parte de la población. No por inesperada o sorprendente, más bien por todo lo contrario. Una de las reacciones más contundentes es la de Patrycia Centeno, tertuliana de TV3 y experta en política, moda, protocolo y decoro. Destroza a Felipe y a todos aquellos que compartieron la tarde con él en la plaza. No se muerde la lengua: "Felipe VI acude a Las Ventas para disfrutar de cómo se tortura y mata a un animal que siente y padece. Fachas, casposos y asesinos". Poca cosa más se puede añadir.
Felipe VI acude a Las Ventas para disfrutar de cómo se tortura y mata a un animal que siente y padece.
— Patrycia Centeno (@PoliticayModa) June 1, 2022
Fachas, casposos y asesinos. #asco #escenografia pic.twitter.com/fGlwNvp3X7
La Casa Real es una máquina de crear republicanos. Qué habilidad. Por cierto, ¿qué piensa Letizia y las niñas del papi y sus aficiones?