Una rama de los Borbones acaba de cantar bingo: los descendientes de la infanta Pilar, hermana de Juan Carlos, fallecida en enero de 2020. Los Gómez-Acebo acaban de colocar la última gran posesión heredada de su madre, una mansión en la exclusiva zona de Puerta de Hierro, en Madrid. Al lado de Isabel Preysler y famosos del estilo, una de las zonas de moda entre los VIPS madrileños, ricos y poderosos, de los años 70. Una casa enorme que vivió momentos de gran actividad con la ampliación de la familia. De tal manera actualmente está cerrada y abandonada. Desde que muriera Pilar, nadie había vuelto a ponerla en orden. Solo querían una cosa: venderla.
El patrimonio que el matrimonio dejó en herencia era, en gran manera, inmobiliario. Simoneta, Juan, Fernando, Beltrán y Bruno, sus hijos, la pusieron en venta poco después del deceso de la tía del rey Felipe. La casa de Puerta de Hierro, un piso gigantesco en la Milla de Oro de Madrid, dos propiedades en Calvià y un piso más pequeño al lado de la Puerta del Sol. Todo se había ido vendiendo menos la joya de la corona: una parcela de 2.400 m², vivienda de 3 alturas de 600 m², un enorme jardín, y, como leemos en Vanitatis, el recuerdo de una época de esplendor pasado: una garita de seguridad. Actualmente, la casa se cae a trozos, las plantas han crecido descontroladas y la decrepitud sobrevuela el ambiente. Han tardado en venderla por la enorme suma que pedían. Finalmente tenemos comprador. O ángel, no sabemos como llamarle. Les ha salvado la vida.
El comprador es del círculo íntimo del rey de España, que ha actuado como intermediario de una transacción importantísima: casi 3 millones de euros. Es el precio final que desembolsará Ricardo Fuster, Ricky, hermano de Álvaro, uno de los mejores amigos del monarca. Empezó intentando echar una mano a los Gómez-Acebo Borbón, y como no encontraba comprador, se lo ha quedado él. El dinero no era un problema, aunque lógicamente se habrán ahorrado unas comisiones: los Fuster son descendientes de una familia multimillonaria catalana, creadores de imperios desde los años 20 del siglo XX. Felipe asistió a la boda del comprador en México con Mónica Sánchez Navarro, lo consideran como de la familia. Ricardo y Álvaro compartían con el rey sus días en el Colegio Santa María de los Rosales, el mismo en lo que han estudiado Leonor y Sofía. Todo queda en casa.
La inyección económica es importante, aunque toque a repartir entre 5 y tengan que descontar los impuestos de compraventa y plusvalías correspondientes, que en este caso serán elevados, teniendo en cuenta que la vivienda tiene más de 5 décadas y en una zona privilegiada de la capital de España. Pero unos centenares de miles de euros nunca amargan a nadie, especialmente si estás acostumbrado a vivir a todo trapo. Y los Fuster, desde hace un siglo, son del morro fino. A Felipe le tendrán que hacer un regalito para compensarlo. Uno de uso y disfrute personal e intransferible. Sin su esposa, vaya.