Un fin de semana más, y ya van unos cuantos, Felipe VI y Letizia han separado sus caminos. Si en otras ocasiones la distancia venía por cuestiones de agenda privada, con escapadas a la nieve de Baqueira o a comer de amigotes en Medinaceli, ahora el motivo era oficial. De trabajo. Tenía que asistir, una vez más, a la cena de gala del Mobile World Congress en Barcelona. Un acto de bienvenida oficial con representación institucional del máximo nivel. Por parte de Catalunya, el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, quien se saltó nuevamente la recepción al monarca. Por el español, acompañando al rey, el presidente Pedro Sánchez o el ministro de Industria Jordi Hereu. Primeras espadas en un escaparate internacional de primer orden. El rey de España parecía tranquilo y relajado, cosa infrecuente últimamente.

La distancia física con su mujer actúa como bálsamo de su carácter, cada día más avinagrado. No la tiene cerca y eso aleja al fantasma Jaime del Burgo, quien seguramente estará muy pendiente de las novedades tecnológicas que se presentarán estos días en la Feria. El monarca ha estado muy risueño. O los chistes eran buenísimos, o el nivel de relajación alcanzado durante la escapada a Catalunya destensó todos sus músculos. También el cerebro y el decoro. Le pasa algo con Barcelona: hace un tiempo fueron las manos destrozadas y llenas de heridas, ahora repite con otro detalle dejado y poco higiénico.

Felipe aplaude en la cena del MWC / EFE

No queremos pecar de escatológicos ni de aficionados a las porquerías, pero no podemos dejar de comentar lo que se ve en sus dientes. Hace tiempo que Felipe parece tener mala relación con la salud bucal. Piezas amarillentas, poco alineadas, pobremente cepilladas e impropias de alguien que se dedica, no lo olviden, a su imagen y a las relaciones públicas. Desde 2019 vamos advirtiendo el deterioro dental del rey, y este 2024 la realidad no ha cambiado en absoluto. Con un añadido todavía más asquerosete: una zona negra incrustada en un incisivo. Suciedad. Un pa'luego, coloquialmente. Una cosa es relajarte en una cena, otra actuar como si estuvieras en el Mesón Castellano de la carretera de Burgos. Solo le faltaba el palillo.

Felipe con los dientes sucios / EFE
Felipe con los dientes sucios / EFE

Los dientes son un quebradero de cabeza en Zarzuela, debe ser que el monarca tiene miedo al dentista o le da pereza ir a la consulta. También, por lo visto, mantenerlos en perfecto estado de revista. Leonor y Sofía han sido agraciadas con esta herencia paterna, y han tenido que tomar medidas drásticas y correctoras durante años. Bracketts, problemas de desarrollo y crecimiento, atenciones constantes... Todo lo que él no se hace, vaya. La sonrisa del monarca es como su estado anímico actual: un desastre.

Felipe VI con los dientes amarillentos en Barcelona, año 2019 / Foto: Sergi Alcàzar
Leonor / Instagram
La infanta Sofía y sus dientes / GTRES