La princesa Leonor ha sido la protagonista principal de la casa real en los últimos días. La futura reina es quien ha centrado todas las miradas. Había mucha expectación por ver a la mayor de las hijas del rey Felipe y la reina Letizia en un acto público cuando está a las puertas de cumplir la mayoría de edad.

Leonor ha pasado dos años en el internado de Gales. Un tiempo que da para mucho. Sobre todo a su edad, cuando las cosas cambian de un día para otro a la velocidad de la luz. Lo que hoy parece adecuado mañana se ha quedado anticuado y al revés, lo que parece que todavía no es para su edad, mañana es justo lo que necesita. La ropa, por ejemplo. Hoy se lleva ropa de dibujos animados y mañana es el momento de vestir tejanos rasgados.

Letizia ata en corto a la princesa Leonor

Eso es lo que le ha ocurrido a la princesa Leonor. La joven ya no es la misma que salió de la Zarzuela rumbo a Gales hace dos años. Leonor ya no es una niña, es una mujer con mucho sentido común y criterio a la hora de tomar decisiones.  Algo que parece que no sea capaz de ver su madre. La reina Letizia tiene un control absoluto sobre su hija mayor. Qué come, qué se pone para salir, cómo debe comportarse en público, a qué hora debe llegar a casa… A veces es peor incluso que los sargentos que sí tendrá por encima a partir del 17 de agosto, cuando le toca entrar en la Academia Militar para recibir formación durante los próximos tres años en los ejércitos de tierra, mar y aire.

Leonor y Sofía de rojigualda, GTRES

En los últimos días, Letizia ha tenido muy controlada a Leonor. Han estado preparando el discurso de este miércoles en los Premios Princesa de Girona hasta la saciedad. Y también ha elegido hasta el último botón de las combinaciones que ha lucido. Se notaba en el pésimo gusto de sus atuendos, más propios de una mujer mayor que de una joven de 17 años.

Distintas varas de medir entre Felipe y Letizia

Una forma de ver las cosas muy distinta a la del rey Felipe VI. El Jefe de Estado opina que a Leonor hay que dejarla más a su aire. Dejar que sea ella quien se equivoque, dentro de unos límites, y no ejercer un control tan estricto sobre la joven. Considera que es la mejor forma de demostrarle confianza y de que empiece a volar sola como una adulta. Estar tan encima como Letizia no aporta nada más que nervios y desconfianza. Y que cuando llegue el momento en el que no tenga a sus padres a su lado se vea completamente perdida. Además, denota muy poca confianza en la forma en la que han educado a la futura monarca.