La relación entre Felipe VI y Juan Carlos I continúa marcada por una profunda tensión, arrastrada desde que el rey emérito fue enviado a Abu Dabi en un exilio forzado que causó revuelo tanto en España como en el extranjero. Para Felipe VI, aquella decisión fue necesaria para preservar la imagen de la monarquía, pese a lo doloroso que resultó apartar públicamente a su propio padre del escenario institucional.
Aunque los contactos entre ambos son escasos y distantes, lo cierto es que Felipe sigue con preocupación creciente la evolución del estado de salud del emérito. La información que llega desde Ginebra, donde Juan Carlos I se somete a tratamientos médicos con frecuencia, no es nada alentadora. El monarca es consciente de que su padre se encuentra en una etapa crítica y que, por dignidad y por historia, no puede permitir que fallezca lejos de su país.

La última visita médica de Juan Carlos I deja muy preocupado a Felipe VI
Consciente de esta delicada situación, Felipe ha dejado de bloquear las visitas puntuales de su padre a España. Así, el emérito ha conseguido normalizar su presencia en lugares simbólicos como Sanxenxo, donde tradicionalmente ha participado en las regatas a bordo del Bribón. Sin embargo, en la última edición, su ausencia inesperada encendió todas las alarmas.
Estaba todo dispuesto para su llegada, pero el avión que partió de Abu Dabi no aterrizó en Galicia, sino en Suiza. Allí, en el hospital La Tour, se sometió a una intervención menor para el cambio de las pilas de su marcapasos. Lo que debía ser un trámite sencillo derivó en una prolongada estancia médica. Su avanzada edad y los graves problemas de movilidad que arrastra desde hace más de una década justificaron varios días de observación y unas cuantas pruebas adicionales.

Juan Carlos I no quiere renunciar a las regatas
Los resultados no dejaron lugar a dudas. La artrosis que sufre se encuentra en un estado muy avanzado, con la pierna izquierda totalmente inmóvil. Las terapias regenerativas con células madre ya no ofrecen resultados. Los médicos han sido contundentes: el rey emérito deberá usar silla de ruedas de por vida. Una sentencia que ha tenido un profundo impacto emocional en él. Desde entonces, apenas sale de casa, su ánimo está por los suelos y ha reducido notablemente su alimentación.
A pesar de todo, Juan Carlos I insiste en seguir participando en las regatas de Sanxenxo, su gran pasión. Por eso, se ha solicitado que el Bribón sea adaptado para poder acogerlo con las medidas necesarias de seguridad y accesibilidad de cara a la regata de este fin de semana, en la que tiene previsto participar.