El rey emérito Juan Carlos I ya está en Sanxenxo. Llegó el martes y sus intenciones pasan por participar en la regata de este fin de semana. Una presencia que ha traído consigo no solo expectación mediática, sino también una profunda preocupación entre su círculo más íntimo. Quienes lo han saludado de cerca han notado cambios alarmantes en su estado de salud, especialmente en el plano cognitivo.
Los amigos que lo conocen desde hace décadas hablan de un deterioro evidente. Sufre limitaciones físicas fruto de una artrosis severa, una cadera mal operada y la inmovilidad total de su pierna izquierda.

El estado físico de Juan Carlos I genera cada vez más dificultades
En este sentido, desde hace tiempo, tanto en Abu Dabi como en Ginebra, donde alterna sus estancias, se han hecho modificaciones estructurales en sus residencias para adaptarlas a su nueva realidad: baños accesibles, rampas, personal sanitario permanente, y una agenda mucho más controlada. Incluso en la vivienda de Pedro Campos, su anfitrión habitual de Juan Carlos I en Galicia, se han hecho ajustes específicos para facilitar su estancia. Hasta el Bribón, la embarcación en la que participa en las regatas, ha sido modificado.
Pero al margen de sus problemas físicos, lo que más ha llamado la atención es su dificultad para reconocer caras conocidas. Algunos han sido saludados con confusión, otros directamente ignorados, no por descortesía, sino porque el emérito simplemente no los recuerda.

Los problemas cognitivos se agravan
La preocupación llega al punto que la situación ha sido trasladada a Felipe VI, quien está al tanto de que su padre padece una demencia avanzada. Aunque desde Zarzuela se guarda el mayor hermetismo, en círculos privados se reconoce que los episodios de desorientación y olvido son cada vez más frecuentes.
En algunas ocasiones, Juan Carlos pregunta por personas que han fallecido, o se refiere a eventos pasados como si hubieran ocurrido recientemente. La memoria a corto plazo se ha visto especialmente afectada, y sus momentos de lucidez se alternan con largos periodos de desconexión.
Cabe decir que, no obstante, estas informaciones no son del todo nuevas para Felipe VI. La Casa Real habría incluso intervenido su línea telefónica, preocupada por lo que podría llegar a decir durante estos episodios de confusión.