El estado de salud de Juan Carlos I ha vuelto a situarse en el centro de la preocupación de la familia real. Aunque su deterioro físico no es una novedad, los últimos informes médicos han confirmado que su movilidad se ha reducido drásticamente, hasta el punto de hacer imprescindible el uso de una silla de ruedas de manera permanente. Para el ex monarca, acostumbrado a proyectar una imagen de fortaleza, esta situación supone un golpe difícil de asimilar.

Desde hace años, las sucesivas operaciones en la cadera y rodillas, iniciadas tras su famosa caída en Botswana, no han conseguido frenar el progresivo desgaste de su cuerpo. A pesar de los tratamientos recibidos, los especialistas han determinado que ya no hay margen para una mejora significativa, lo que obliga a adaptar su estilo de vida.

Joan Carles amb bastó / EP
Juan Carlos con bastón / EP

Juan Carlos I cambia a una residencia mejor preparada para sus crecientes necesidades

Ante esta realidad, el rey emérito ha decidido trasladarse a una nueva residencia en Abu Dabi, cedida por un jeque árabe, que cuenta con todas las comodidades necesarias para una persona con movilidad reducida. Este lujoso enclave no solo le ofrece un entorno adaptado, sino que también garantiza la privacidad absoluta que tanto desea, evitando que su imagen en silla de ruedas trascienda públicamente.

Mientras tanto, en España, Felipe VI está siendo informado de la situación en todo momento. Al margen de los encuentros privados que han mantenido él y su padre, como cuando el pasado jueves durmió en Zarzuela, tiene en su hermana Elena a su mayor confidente.

Juan Carlos y la infanta Elena / GTRES
Juan Carlos y la infanta Elena / GTRES

La infanta Elena ejerce de enlace entre el emérito y el resto de la familia

La infanta Elena ha asumido el papel de principal enlace entre Juan Carlos I y el resto de la familia. Sus constantes viajes a Abu Dabi, donde ha realizado decenas de visitas, reflejan el vínculo estrecho que mantiene con su padre. Además, también se han visto en Londres, Ginebra, Sanxenxo o Madrid, siempre con el objetivo de apoyarlo en este complicado momento.

A medida que los días avanzan, el panorama no deja lugar al optimismo. Aunque el exmonarca sigue resistiéndose a hacer público su deterioro, la familia real es consciente de que su estado no mejorará. Por ahora, la estrategia pasa por garantizar su bienestar en un entorno seguro y evitar cualquier filtración que lo exponga en una situación de debilidad.