Felipe VI se separó de los Borbón cuando estalló el caso Nóos y las polémicas de Juan Carlos, a quien obligó a exiliarse en agosto de 2020. Sin embargo, aunque públicamente haya evitado cualquier encuentro, de forma privada mantiene el contacto con sus padres y sus hermanas. De hecho, hace unos meses que se reúnen muy a menudo en Zarzuela para hablar sobre el futuro del emérito. Crece la preocupación en la familia por los últimos acontecimientos.
Se han especulado todo tipo de rumores desde que Juan Carlos I anuló por sorpresa su participación en las regatas. Estaba todo preparado para la ocasión, y por primera vez no se presentó. Una ausencia muy notable. Más aún sabiendo que su avión salió de Abu Dabi, pero un fuerte malestar provocó que se marchase a Ginebra, donde le atienden los mejores traumatólogos.

El emérito lleva varios años sometiéndose a un tratamiento revolucionario basado en la medicina regenerativa con células madre. La mejoría era notable, pero su artrosis no deja de avanzar a pasos agigantados y su pierna izquierda está totalmente inmóvil. Siempre ha arrastrado graves problemas de movilidad. En la última década ha sido operado de la cadera y las rodillas más de una decena de veces.
Aunque no quiere que se le vea en silla de ruedas, no es la primera vez que el emérito es fotografiado en una de ellas. Siempre ha gozado de la inviolabilidad y se ha creído todopoderoso. Por ello, ahora no quiere verse como un rey derrotado, alguien totalmente dependiente. No quiere que le vean en una silla de ruedas. Pero ese es su destino según los últimos informes médicos.
Elena y Cristina quieren a su padre en España
Los médicos ya han hablado personalmente con Felipe VI, Cristina y Elena. Por ahora el monarca no piensa traer a Juan Carlos a España. No morirá solo ni a miles de kilómetros, pero tampoco se quedará aquí muchos años. Seguirá una estrategia similar a la que se hizo con Constantino de Grecia. Cuando empeore gravemente será trasladado a un hospital de Madrid donde fallecerá. No puede poner un pie en Zarzuela.
Elena y Cristina ejercen presión para que Felipe VI cambie de opinión y Juan Carlos I pueda quedarse en España los años que le queden de vida. Fuentes cercanas al emérito aseguran que ha recibido esta noticia como una jarra de agua fría. Se ve cada vez más solo y anciano. Ha llegado su final y está muy preocupado porque todavía tiene frentes abiertos. Está triste. No sale de su habitación y apenas come. Los médicos alertan porque su estado podría desembocar en una depresión.
