La reina Letizia ha tenido que hacer muchos sacrificios desde que llegó a la familia real. Sobre todo desde que se convirtió en reina. Aunque muchas voces opinen que Letizia es una privilegiada y que es la que manda en palacio, y aunque sea cierto que ha logrado imponer algunas de sus condiciones, también lo es que la consorte ha tenido que morderse la lengua en infinidad de ocasiones. Su vida pasó a verse supeditada a los protocolos y las condiciones de palacio. Algunas de ellas de mal gusto.

Así lo asegura la periodista especializada en la casa real Pilar Eyre. La cronista señala que cuando Letizia se comprometió con Felipe tuvo que “dejar su profesión, que la apasionaba, y se trasladó a vivir a la sombría casa del príncipe, donde estuvo meses recibiendo clases de Protocolo, Historia, Inglés, Religión…”. Es decir, fue sometida a una dura formación intensiva para cumplir a la perfección el papel de reina. Y en ella se exterminaba su derecho a opinar sobre algunos asuntos.

Letizia con el embajador de Irán
Letizia con el embajador de Irán

La reina Letizia lo apuntaba todo en un cuaderno

“Sin poder intervenir en los preparativos de su propia boda ni de su existencia futura”, señaló Eyre, que dejaba constancia de que Letizia tuvo que adaptarse a muchos cambios. Un panorama que indignaba en cierta medida a la ex de Televisión Española. De ahí que decidiera llevar encima un cuaderno donde ir apuntando todas las cuestiones con las que no comulgaba. “Cuando protestaba, el ‘staff’ de la Zarzuela le decía: “Haga listas, señora”, explica la cronista. Dicho y hecho, Letizia anotaba en una libreta donde lo apuntaba absolutamente todo. Notas que dejaban en evidencia a la casa real y ponía fina a la familia con secretos incendiarios.

Felipe obliga a Letizia a destruir sus notas

No obstante, este ‘cuaderno prohibido’ no tuvo mucha trayectoria. Fue el propio rey Felipe quien obligo a Letizia a destruir el diario. Temía que pudiera caer en malas manos y que ello desembocara en un nuevo escándalo. “Cuando quemó esa especie de diario en la chimenea del palacio, quizás se dio cuenta también de que quemaba su pasado para empezar una nueva vida”, relata Eyre.