Felipe y Letizia celebrarán el próximo año sus 20 años como casados. Sin embargo, su matrimonio no ha sido un camino de rosas. En más de una ocasión estuvieron a punto de divorciarse, hubiese sido un escándalo para la corona. A la reina no le hubiese importado, pero hay una cláusula de las capitulaciones matrimoniales que la retuvo. Si se divorciaba del hijo de Juan Carlos I perdería a sus hijas, que vivirían en Zarzuela bajo la protección del rey. Todas las discusiones fuertes en la pareja han sido por culpa de los Borbones, especialmente el emérito e Iñaki Urdangarin. La mayor pelea llegó el día que explotó por los aires el caso Nóos. En ese momento la reina ordenó a su marido que obligase al Borbón a abdicar, era el momento de coger las riendas de la corona si querían salvarse.
Desde ese momento Letizia ha intentado desvincularse del apellido Borbón. La corona se ha regenerado por completo y ya nadie se acuerda del pasado. Además, ha conseguido que Leonor sea una princesa muy querida, se ha creado un fenómeno fan y se avecina un gran reinado. Después de tres años, por primera vez, Juan Carlos se veía las caras con su nieta. Sin embargo, la reina, que tenía todo bajo control, ha conseguido que no se filtre ni una sola fotografía de una cena íntima, privada y discreta. Nada más entrar se les quitaron los teléfonos móviles.
Juan Carlos abandona la fiesta el primero
Juan Carlos estuvo a punto de renunciar a la invitación, pero sería un escándalo y desataría más rumores. El emérito quería estar presente en la jura de la Constitución y en la entrega del collar de la Orden de Carlos III, pero Letizia le vetó en todos los actos institucionales. Una nueva humillación. Para ir solo al cumpleaños unas horas, el marido de la reina Sofía no quería hacer tantas horas de vuelo, tampoco se le dejaba dormir en Zarzuela.
Entre Letizia y Juan Carlos saltaron chispas, pero era algo más que evidente. Se reencontraron cara a cara. La última vez que se vieron fue en el funeral de Constantino de Grecia, pero evitaron juntarse. Felipe estaba centrado en el emérito, tenían que contarse muchas cosas, también en sus hermanas. Dejó de lado a la familia de su mujer. Se vio grandes diferencias. La reina regañó duramente al rey por prestar atención a su padre, había que dejarlo totalmente arrinconado.
Finalmente, Juan Carlos fue el primero en abandonar la fiesta con su hermana Margarita, algo poco común en él que siempre cerraba todas las fiestas. El emérito no estaba a gusto en la celebración. Estaba agobiado y demasiado tenso. Poco después se marchó Letizia, quien tampoco podía más con la familia de Felipe VI.