El rey emérito Juan Carlos I ha logrado un entendimiento con su hijo, Felipe VI, que podría permitirle regresar a España bajo ciertas condiciones muy específicas. Este acuerdo es el resultado de meses de negociaciones entre ambos, en medio de las tensiones familiares y las restricciones impuestas por Casa Real para controlar sus movimientos.
En el último año, Juan Carlos I ha realizado varias visitas a España, así como viajes a Londres, Ginebra y París. Estas visitas, inicialmente polémicas, han perdido relevancia mediática, lo cual era un objetivo estratégico de la Casa Real. Felipe VI buscaba que las apariciones del emérito fueran percibidas como eventos normales, sin causar controversia. Sin causas judiciales pendientes tras ganar el juicio contra Corinna Larsen, Juan Carlos ha visto flexibilizadas las restricciones sobre sus viajes, pero aún se le prohíbe pisar Madrid sin previa autorización y por razones de peso, así como hospedarse en la Zarzuela.
Felipe VI acepta el regreso definitivo de Juan Carlos, pero en dos situaciones específicas
El acuerdo entre padre e hijo establece dos situaciones clave en las que el emérito podría regresar a España de manera indefinida. La primera es si necesita una operación de vida o muerte. En ese caso, se le permitiría volver sin una fecha límite de estancia para recibir tratamiento y completar su recuperación. La segunda sería en caso de padecer una enfermedad terminal, permitiéndole pasar sus últimos días en territorio español. Ambas condiciones buscan evitar que fallezca en Abu Dabi, un escenario que complicaría los trámites logísticos y ceremoniales para la Corona.
Elena y Cristina, hijas de Juan Carlos, han presionado para su regreso definitivo. La infanta Elena incluso adaptó su vivienda en Madrid pensando en la posibilidad de acogerlo. Ambas consideran que sería una deshonra para la Corona que el emérito fallezca fuera del país, dado que su salud se deteriora progresivamente a sus casi 87 años.
Elena, Cristina y Juan Carlos I quieren un funeral de estado con todos los honores
El propio Juan Carlos I, por su parte, comparte este temor. Según fuentes cercanas, está profundamente preocupado por el día de su muerte y el lugar donde será enterrado. Aunque durante su reinado evitó hablar del tema, ahora se muestra obsesionado por cómo se organizarán las ceremonias tras su fallecimiento, especialmente después de asistir a los funerales de la reina Isabel II en Inglaterra.
El emérito ansía un funeral de Estado, pero al estar apartado de la institución, esto parece poco probable. Esta incertidumbre ha afectado su estado anímico, sumiéndolo en un decaimiento evidente, según personas de su entorno. A medida que se acerca el final, el deseo de morir en España y recibir un homenaje digno de su reinado se ha convertido en su máxima prioridad.
El acuerdo con Felipe VI no solo alivia parte de su preocupación, sino que también permite a la Casa Real preparar una transición ordenada en caso de que se cumplan las condiciones para su regreso. Este entendimiento refleja un delicado equilibrio entre las demandas personales del emérito y las necesidades institucionales de la monarquía española.