Desde una edad temprana, Felipe VI comprendió con claridad el papel que estaba destinado a desempeñar en la monarquía española. Su padre, el rey Juan Carlos I, le inculcó desde la adolescencia la importancia de sus decisiones, consciente de que cada una de ellas sería escrutada y tendría un impacto significativo en la institución. Aunque su padre no siempre fue el mejor ejemplo de consejero, Felipe aprendió las lecciones sobre las responsabilidades y limitaciones que conlleva su posición.
El área más problemática fue el terreno del amor, siempre complicado para los miembros de la familia real. A lo largo de su juventud, Felipe VI tuvo varios romances que capturaron la atención pública. Mencía Roca de Togores Lora, “Didi” Martínez Bordiú Aznar, Flor de María Valero, Viviana Corcuera, Yasmeen Ghauri, Tatiana de Liechtenstein, Esmeralda Macioti, e incluso la actriz Gwyneth Paltrow son algunos de los nombres relacionados con el entonces príncipe.
Eva Sannum fue la mujer que más enamoró a Felipe VI
Pero, sin duda, ninguno resonó tan profundamente como su relación con Eva Sannum. Eva, una modelo noruega, capturó el corazón del entonces príncipe, y su relación prometía ser duradera y significativa. Era una mujer que encarnaba los valores y la elegancia que la realeza suele valorar.
Sin embargo, la historia de amor entre Felipe y Eva llegó a su fin abruptamente debido a la intervención de Juan Carlos I. El rey emérito, conocido por su influencia y a veces por sus manipulaciones en la vida de sus hijos, no vio con buenos ojos a Eva Sannum como futura reina después de que se publicaran unas fotos de la joven en las que aparecía en ropa interior. Aunque Sofía, la madre de Felipe, entendía y apoyaba la relación de su hijo, el peso de la decisión final recayó en Juan Carlos, quien ejerció su autoridad para separar a la pareja.
Juan Carlos I intervino para que la relación no siguiera adelante
Y ojo, algunas fuentes deslizan que Eva podría haber cobrado por renunciar a Felipe. “A mí me gustaría saber si se le pagó a Eva Sannum o no para que desapareciera”, apuntó hace tiempo Jaime Peñafiel.
Pero como refleja la historia, si Juan Carlos I no quería caldo, acabó teniendo una olla entera. El resultado de su intervención fue la posterior relación y matrimonio con Letizia Ortiz, una periodista divorciada que inicialmente no fue vista con buenos ojos por Juan Carlos I. Para él, Letizia carecía del linaje real adecuado y no encajaba en el molde tradicional de la futura reina. Sin embargo, Felipe, respaldado por la comprensión de su madre y su propia determinación de dejar claro a su padre que haría lo que quisiera, decidió seguir adelante con el matrimonio.