La dinámica tensa y distante entre Felipe VI y Letizia en Zarzuela es un secreto a voces para quienes observan de cerca el funcionamiento interno de la monarquía. Aunque públicamente mantienen las apariencias de una pareja real unida, en privado las grietas en su relación son más que evidentes. La razón principal que los mantiene juntos, a pesar de todo, es su deber pragmático hacia la corona, aunque las tensiones internas amenazan con socavar incluso este pilar.

El caso de Jaime del Burgo ha puesto de manifiesto las tensiones latentes en el palacio real, añadiendo un nuevo elemento de discordia a una relación ya de por sí fracturada. La falta de comentarios oficiales por parte de Zarzuela no hace más que alimentar las especulaciones sobre el estado real de la relación entre los reyes.

Más de una década en crisis

Desde la primera gran crisis matrimonial en 2013, la relación entre Felipe y Letizia ha sido un campo de batalla lleno de altibajos. Si bien el caso Nóos había sido anteriormente señalado como la principal causa de tensión, ahora se revela que las infidelidades de Letizia también han contribuido significativamente a la fractura de la pareja. Apuntan varias fuentes que fue entonces cuando el rey se enteró de los engaños reiterados.

Letizia y Felipe en Ámsterdam

La falta de convivencia en Zarzuela es evidente en la vida diaria de los reyes. Se ha informado que las comidas y cenas son eventos separados, reflejando la distancia emocional que ha crecido entre ellos. Incluso el hecho de dormir juntos es algo del pasado, ya que se sabe que han optado por habitaciones separadas durante mucho tiempo.

Felipe ya no está cómodo en el Pabellón del Príncipe

Felipe ha encontrado refugio lejos del Pabellón del Príncipe, donde se encuentra su residencia oficial, prefiriendo pasar noches en los dominios de su madre, a más de un kilómetro de distancia. Esta elección subraya su deseo de escapar de la tensión en su hogar principal y buscar un espacio de relativa tranquilidad y soledad.

Letizia Felipe mala cara GTRES

La presencia de la princesa Leonor y la infanta Sofía en Zarzuela es quizás la única ocasión en la que los reyes se ven obligados a mostrar unidad y cohesión. Sin embargo, incluso estas interacciones se ven ensombrecidas por la tensión subyacente y la difícil situación que atraviesan sus padres.

Los expertos en la familia real, como Pilar Eyre, han sugerido que esta farsa matrimonial podría acabar en divorcio. Algo que podría darse en un poco más de un año, dado que este plazo coincide con los supuestos planes de Casa Real de mantener una imagen de unidad hasta que la infanta Sofía alcance la mayoría de edad, lo que facilitaría un eventual proceso de divorcio. La incertidumbre y la tensión persisten en Zarzuela, alimentando las especulaciones sobre el futuro de la monarquía española y la relación entre sus máximos representantes.