Felipe VI y Juan Carlos I no arreglan sus desavenencias ni aún con el efecto de la campaña de desprestigio contra Letizia que podría haber iniciado el emérito. Después de cuatro años en el exilio, una de las humillaciones más potentes para un exmonarca, el marido de la reina Sofía puede viajar a España con total naturalidad, siempre que quiera sin tener que dar explicaciones. El actual rey ha intentado que los movimientos de su padre sean tan normales y frecuentes que no susciten ningún interés para la prensa. Padre e hijo coincidieron públicamente en Reino Unido, cuando la familia real británica obsequió a la familia con una misa homenaje a Constantino de Grecia, ya que por varios problemas no pudieron asistir al funeral. Allí Felipe no se despegó ni un solo minuto de Juan Carlos. Pero no sirvió de nada.
Juan Carlos no va a volver a vivir en España, puede viajar tantas veces como desee, pero nunca quedarse de forma indefinida. La semana pasada volvió a Sanxenxo, pero con una clara intención, estar presente de alguna forma en el X aniversario de la proclamación de Felipe VI como rey de España. No tuvo suerte, su hijo no le dejó, además le pidió por favor que se marchase de España antes del miércoles 19 de junio.
Juan Carlos no obedece a los médicos, continúa haciendo lo que quiere
El emérito se marchó muy enfadado y decepcionado con su hijo, con quien ya ha tenido alguna discusión. Aunque Felipe no se muestre públicamente al lado del emérito para proteger la imagen de su reinado, el marido de Letizia pide informe a los escoltas sobre el comportamiento de su padre, también a la infanta Elena, quien le acompaña en numerosas ocasiones.
Según ha podido saber, Juan Carlos no está cumpliendo con la prescripción médica. Se le pidió que abandonase dos de sus peores vicios, los puros y el vino. Siempre que viaja a Sanxenxo almuerza y cena fuera con amigos y se pide siempre botellas de vino, no agua como debería. Felipe VI le recuerda que es por su salud y está muy enfadado por su comportamiento. No quiere acabar sus días en silla de ruedas, pero tampoco hace caso a las recomendaciones médicas. La buena vida que siempre ha llevado se terminó, ya no es un niño. Padre e hijo vuelven a no dirigirse la palabra. Se desconoce cuando volverá el emérito a Sanxenxo.