Uno, dos, tres, cuatro, cinco. Cinco segundos. Esto es el que tardó el rey de España en protagonizar la primera pifia de su último viaje oficial. Felipe VI se encuentra en Santo Domingo, capital de la República Dominicana, con motivo de la Cumbre Iberoamericana 2023. El avión presidencial aterrizaba a primera hora de la mañana, hora peninsular, y el Borbón, després de saludar al piloto, empezaba a a caminar en dirección a la pequeña representación oficial que le daría la bienvenida. Sonriente, despreocupado, un poco cansado y quizás aturdido por las 9 horas de travesía por el océano Atlántico y el Mar Caribe, estaba a punto de poner un pie en la escalera. 5 segundos. Y el desastre. O la comedia, cómo quieran.

Las cuestiones protocolarias son una caja de sorpresas cuando hablas de la Casa Real española. O se pasan veinte pueblos, como Victoria Federica arrodillándose cada vez que saluda a un familiar, o se lo pasan por el arco de triunfo. Hay muchas maneras de hacerlo, claro; en ocasiones han sido situaciones provocadas por los propios protagonistas, pero otras los encargados de velar por las normas han abandonado sus funciones. Este sería el caso que nos ocupa, el de la famosa escala de Santo Domingo. Una escena que recordaremos siempre por el título de "la sombra de Felipe lleva chaleco fluorescente".

El avión de Felipe VI aterrizando en República Dominicana / EFE

Felipe y la pifia de Casa Real al bajar del avión en República Dominicana

Si alguien del séquito real se hubiera tomado la molestia de controlar la salida del monarca español del avión hubiera evitado que un espontáneo arruinara el vídeo y las fotos conmemorativas del viaje. Si esta persona estaba demasiado ajetreada con otras tareas o sencillamente pecó de zángano no lo sabemos, pero lo que sí podemos juzgar es el resultado del numerito. Y es ridículo. Inofensivo también, pero dice mucho de la seriedad española, del cuidado de los detalles, de la sensación de falta de profesionalidad. La monarquía también debe serla, pero no lo demuestran. Cómo juzgar, si no, que haya un operario del aeropuerto a un metro de Felipe bajando las escaleras|escalas. Muy cerca, como si fuera... Letizia. Por ejemplo. Pero de mujer y reina el señor éste tenía poco. Miren.

Felipe bajando del avión con compañía inesperada / EFE

El vídeo deja muy mal a los responsables de protocolo del rey de España

La imagen fija es excepcional, pero el vídeo es un incunable. Los movimientos del guardaespaldas improvisado de Felipe son sigilosos, como diciendo "que no me vean, por favor". El momento culminante, con el rey a punto de darle la mano a sus anfitriones y guías por el país caribeño, es de Óscar. Pasa por detrás del monarca a punto de chocar con él. Pero es hábil y evita el contacto y la tarjeta roja directa, para continuar después su huida hasta el punto más ignoto de la geografía del país. Lo más lejos posible para evitar que lo abroncaran, pobre. Él estaba haciendo su trabajo; si otro no había hecho el suyo que nadie le cargara el muerto encima. Se marca un Houdini tan sensacional como su bajada en plan vedette invitada al espectáculo.

Felipe VI con su sombra de chaleco reflectante / @casareal
El operario huyendo por piernas de Felipe VI / @casareal

No sabemos cómo te llamas, operario fosforito, pero te queremos. Eres el Jimmy Jump dominicano.