Felipe VI nos tiene estupefactos. La manera de aprovechar el tiempo sin Letizia, que vuela de vuelta desde Guatemala donde ha hecho de cooperante fugaz, es patética. Primero se reunió con "el enemigo", Cristina de Borbón, para acto seguido ir a la plaza de Las Ventas a darse un baño de masas entre ultras y torturadores de animales. Al día siguiente no mejoró la cosa: humilló a toda España saltándose la gran reunión internacional por la celebración del 80.º aniversario de la Batalla de Normandía. El rey de España, ahijado del dictador fascista Francisco Franco, no parece demasiado preocupado por la lucha contra el nazismo. En vez de reunirse con Carlos III, Federico X de Dinamarca o el resto de mandatarios y jefes de Estado internacional, se quedó en Segovia, inaugurando fuentes del Palacio Real de La Granja. ¿De qué sirve un rey? La respuesta la tienen delante.
Analizando el álbum de fotografías de la jornada en el Real Sitio de San Ildefonso, hemos descubierto un detalle sorprendente, dejado e impresentable del monarca español. Un señor que no cuida los detalles; ni los importantes, ni los anecdóticos. Ninguno. Resulta que durante el paseo por los jardines del palacio, con la fuente chorreando agua nuevamente desde la dictadura, al Borbón le pareció muy adecuado sacar su teléfono móvil y, como un turista oriental alucinando con todo, empezar a tomar instantáneas y vídeos para recordar aquella vivencia en el futuro. Ya ven, exprimiendo la vida a tope. Claro que sí.
Felipe, como hemos demostrado en tantas ocasiones, no soporta un zoom. Cuando la cámara se acerca demasiado, sale perdiendo. O las manos destrozadas por comerse las uñas, o unos dientes sucios y amarillentos, o se está quedando más calvo que Rafa Nadal. Las sorpresas no acaban en su anatomía: sus gadgets también dan pena. Atención a cómo lleva la pantalla del teléfono, en estado catastrófico. El cristal está pidiendo la jubilación a gritos, o cuando menos que alguien la cambie. Lo que no es digno, sin embargo, es esta estampa. Cuando menos para un señor a quien pagamos una fortuna por representar con decoro el país. Cosa que, se pongan como se pongan los cortesanos, no hace ni hará en su vida.
El hallazgo llega a través de una de las cuentas en Instagram de fanáticos reales, que ha obtenido un ángulo de cámara que las agencias de prensa no han proporcionado. El documento es inapelable, es el móvil de un eccehomo. Puede que lo haya estampado últimamente, a causa de incendios domésticos bien conocidos. Ahora otro fuego amigo, el del club de fans, destroza al Borbón: con amigos como estos, ¿quién necesita enemigos? Conclusión: a Felipe hay que mirarlo a 200 metros de distancia. Si te acercas mucho, al tanto, que viene el coco. Da miedo.