De las tres fiestas sucesivas por los 18 años de Leonor la más fotografiada fue la jura de la Constitución, la más formal la comida de autoridades y la más comentada la reunión familiar de la noche en El Pardo, residencia de Franco la noche de Halloween. Fueron todos disfrazados de parientes que se quieren. La que iba perfecto para Halloween era Leonor, con aquel vestido blanco donde habrían destacado los tres puñales clavados en la espalda, los de los tres primos que definitivamente se negaron a mover un pie para estar en la gran celebración. Ni fingieron. Aparte de la prima que detesta y envidia a la princesa, Victoria Federica, hubo dos ausencias sonadas, las de los dos primos catalanes que a pesar de tener relativa buena prensa tuvieron una descortesía incomprensible y no hicieron acto de presencia: los dos hijos mayores de Cristina: Juan y, sorprendentemente, Pablo. El más educado, mejor niño y listo de los primos no fue, o como dice Hola "A Pablo no es posible verle aunque estaba prevista su presencia". El club Granollers guarda silencio pero en la furgoneta donde viajaban las infantas y sus hijos solo había tres primos Borbones en la fiesta: Froilán delante, las infantas en el medio y al fondo Miguel e Irene:
El último puñal catalán fue el de la prima de Leonor: Irene Urdangarin. Las dos acaban de cumplir 18 años y mientras la princesa, protagonista de la fiesta, lució aquel blanco de azafata de acontecimientos y una cola de caballo como de jugadora profesional de fútbol, Irene escogió un vestido rojo mucho más festivo, llamativo y deslumbrante. Entre las dos primas rubias y de ojos claros, Irene eclipsó a la blanca Leonor. Una princesa que acabó agotada un día tan intenso y teniendo que soportar que a su lado en lugar del siempre guapo, educado y currante Pablo estuviera el zángano, adicto a la fiesta y banal Froilán. Por eso Zarzuela se negó a distribuir fotografías del interior de la cena, para proteger la imagen de la princesa. La que va fue, por fin, de oscuro fue la infanta Sofía, al lado de su madre que conducía:
Para mostrar las habituales desavenencias de la Casa, el rey Juan Carlos con muy mala cara fue solo, con prisas, recién aterrizado en Madrid a las 3 de la tarde para volar a las 10 de la noche hacia Londres. Desterrado de cualquier intento de pernoctar en España, expulsado. Su mujer, a pesar de vivir divorciados de facto desde hace 3 años, la reina Sofía, es la que se tomó la fiesta más a rajatabla, se engalanó más que nadie, con el pelo muy arreglado y un collar de perlas imponente. Sentada a su lado su hermana Irene, tía Pecu, que a pesar del Alzhéimer todavía la llevan a las fiestas familiares. Un Halloween diferente que Leonor recordará toda la vida.