Pedro Horrach estuvo más de 5 años instruyendo el caso Nóos y nunca encontró que la infanta Cristina tuviera que sentarse en el banquillo. Una vez conseguida la absolución de la hermana del rey, Horrach abandonó la fiscalía para montar un despacho de abogados. Una maniobra que la propia fiscalía le criticó. De hecho, le obligaron a quedarse hasta presentar el recurso al Tribunal Supremo para aumentar la condena de 6 años para el cuñado de Felipe VI, Iñaki Urdangarin. Mientras este recurso espera turno en Madrid, Horrach se hace el desentendido. No quiere saber nada del caso Nóos y ha optado por defender caras conocidas, ricas y sospechosas de las Islas Baleares.
Bartolomé Cursach es el presunto capo de una mafia mallorquina. Discotecas, puticlubs, soborno a políticos, extorsión a competidores. Una joya a quien Horrach hace pocos meses habría perseguido pero al que ahora defiende a cambio de una minuta de muchos ceros. Hasta el punto que sus excompañeros lo acusan de utilizar información privilegiada. Es decir: pasar del lado bueno al "lado oscuro" no se hace gratis ni tampoco con las manos vacías.
La ley no lo prohíbe y el escándalo sigue. Ahora ha aceptado de cliente el marido de Norma Duval. Mathias Khun. La fiscalía balear pide 2 años de prisión para el empresario alemán por delito ecológico en su isla privada de Tagomago, a 900 metros de Ibiza. La jet set paga bien aunque se pase las normas medioambientales por el tupé.
La infanta Cristina ha quedado definitivamente libre en parte por la ausencia de acusación pública del fiscal Horrach. Queda pendiente saber si Urdangarin ingresa o no definitivamente en prisión. Con un fiscal tan particular, nadie apuesta a que la hermana de Felipe VI tenga que acabar haciendo un vis-a-vis en las cárceles catalanas de Quatre Camins o Can Brians.