Ya hace unos días que se produjo ante la puerta principal del Palacio de la Zarzuela una foto que bien podría estar en las enciclopedias al lado de la definición de "paripé". La reina Sofía cumplía 80 años y lo celebraba en familia. Una familia que si no fuera por todo lo que implicaría, dejaría de hacer gestos de cara a la galería. La familia real. Un colectivo que quizás está unido por la sangre azul, pero que en el fondo se odian entre todos: Sofía con Juan Carlos, Sofía con Letizia, Letizia con Juan Carlos, Letizia con Cristina, Letizia con Elena y un largo etcétera. Esta fue la imagen que les inmortalizó en aquella fecha tan señalada:

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Esta foto, sin embargo, tiene una intrahistoria que no tiene desperdicio. Ya se revelaron hace unos días algunos detalles de esta imagen que no pasaron desapercibidos. Por ejemplo, el gesto de Letizia saltándose el protocolo cogiendo la mano de su hija, la princesa Leonor. También que Letizia se oponía en origen a hacerla porque no creía que fuera acertado dar una imagen de familia feliz cuando, por ejemplo, no quiere que su cuñada Cristina actúe nuevamente como infanta.

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Ahora, sin embargo, el diario El Español ha profundizado en otro detalle de la mencionada foto que tiene mucha miga: la puesta en escena del rey emérito Juan Carlos. Un Juan Carlos que si hubiera podido, hubiera impedido que esta foto viera la luz. Pero hoy por hoy, quien decide qué imágenes se enseñan al mundo es la reina Letizia, según el diario. Y ya se sabe que la relación entre el suegro y la nuera no es la más idílica del mundo. Fíjense en cómo coloca la pierna y el pie derecho el rey emérito:

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La movilidad del rey no es la mejor. Las numerosas intervenciones quirúrgicas (la última, el mes de abril) han provocado en el monarca unos dolores y unas dificultades palmarias a la hora de caminar o mantenerse de pie, erguido y firme, sin la ayuda de las muletas o un bastón. Recuerdan en el citado medio que quién fue el jefe de la Casa de Su Majestad el Rey, Sabino Fernández Campos, tenía una frase grabada en fuego: "El Rey sólo puede llegar en camilla si viene de la guerra". Habría que añadir: "...si viene de la guerra o si 'va a la guerra' de posar en una foto con su mujer y su nuera". Juan Carlos, según explica El Español, se negaba a aparecer sentado en una silla, como en otras ocasiones recientes.

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Es una imagen de él mismo que le desagrada profundamente. Por eso, el 2 de octubre "el monarca se negó a aparecer sentado, quería salir de pie con una postura difícil de entender: tullido". Tullido. Un adjetivo demoledor para alguien como el Borbón. Añaden: "el que le sugirió que apareciera en una silla se llevó una gran bronca por parte del Emérito, pero en realidad le quería hacer un favor". Pero Juan Carlos tampoco quería bastón, cosa que retrasó muchísimo la sesión de fotos, especialmente por lo que le costó bajar la escalinata. Tanto, que incluso "al final, dos personas de seguridad le ayudaron a bajar casi en volandas". Como un saco de patatas.

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Juan Carlos herido en su orgullo. Explican en El Español que han hablado con fuentes próximas a Zarzuela que les confesaron: "la foto es una mala jugada para El Jefe. Se ve claramente que le ocurre algo en la pierna. Al final, la que decide qué foto se manda a los medios es ella -la Reina Letizia- y podría parecer que lo hace aposta para que todo el mundo vea cómo se encuentra su suegro"... Unas acusaciones contundentes. Hay más: "El rostro de don Juan Carlos refleja lo poco a gusto que estaba en ese momento. Entre la postura que le estaba doliendo, mantener el equilibrio y el enfado que tenía por estar allí obligado por no dar más que hablar…". I Letizia disfrutando interiormente de cada segundo de la sesión fotográfica. A Juan Carlos se le hizo eterna. A Letizia, probablemente brevíssima.