Felipe Juan Froilán volverá a tener compañía muy pronto. Su abuelo ha puesto punto y final a su segunda visita a España desde que se refugió en Abu Dabi. Una capital en la que el pasado mes de febrero se instalaba forzosamente su nieto tarambana, huyendo de los escándalos que protagonizaba noche tras noche, after tras after. Juan Carlos intercedía por el joven de 22 años, al que Zarzuela no quiere ver ni en pintura y a quien su madre es incapaz de controlar. Descolgaba el teléfono y volvía a pedir favores a sus amigos y anfitriones árabes. Los jeques tienen una especie de ONG, se lo quedaron sin hacer preguntas ni repasar el currículum de la joyita. A pesar de sus deméritos lo contrataron en la empresa nacional petrolera, la ANOC, con un sueldo extraterrestre y unas funciones ignotas e irrelevantes. Un mantenido, vaya, como en España. Solo que allí el estilo de vida es otro: no puede destacar en su área predilecta, la juerga.
El cambio no le ha sentado bien: la rabieta por tener que largarse de Madrid fue colosal y la adaptación al país está siendo desastrosa. No encaja y es un mueble. Sin amigos se aburre mucho, y por lo que vamos conociendo, el único consuelo lo está encontrando a través de los deportes y del calor del abuelo Juancar, con quien cena a menudo. Tan a menudo que empieza a vestir como él, como un hombre de 85 años. Haber perdido de vista al yayo ha sido un golpe importante, su soledad se ha multiplicado. Intentó frenar la separación pero no fue capaz. Una actitud con consecuencias nada positivas.
Froilán intentó que Juan Carlos no viajara solo a España, la empresa le para los pies
La estrategia del hijo de Jaime Marichalar para no dejar marcharse a Juan Carlos no fue intentar convencer a su abuelo de la inconveniencia del viaje, no. Esta hubiera sido una posición merecedora de elogio, pero ha perdido la oportunidad de probar el dulce sabor del respeto y la admiración. Pipe está hecho de otra pasta. De cemento en algunas partes de su anatomía, para ser exactos, como el rostro. Que tiene mucha jeta es de dominio público en España, de hecho se le ha permitido todo tipo de fechorías y conductos impropias. En los Emiratos, sin embargo, la película es otra. Y cuando se le ha caído la máscara los jeques han flipado. Resulta que su nuevo empleado pidió un permiso excepcional para faltar al trabajo y acompañarlo en su excursión. Días libres, se ve que está cansado de tanto trabajar. Evidentemente la empresa le dijo que ni hablar, tal y como leemos en Confidencial Digital. Una tomadura de pelo por la cual lo tuvieron que parar los pies.
Pipe pone de acuerdo a Zarzuela, a Juan Carlos y a los jeques árabes: ni hablar
Si el primer choque con sus jefes no era lo bastante jugoso, saber de las intenciones de Froilán con la expedición todavía es más espeluznante. Lol que publica el digital es que "pretendía acompañarle los días de regatas e incluso organizar un encuentro con la infanta Elena". Sí, hombre, claro, lo que faltaba. Con el malestar que había en Zarzuela nada cautivaba más que ver al trío celebrando fiestecitas. Juan Carlos tampoco se moría de ganas: "Se respiró tensión ante la posibilidad". Todo quedó en un simulacro cuando aquellos que le pagan el sueldo le dijeron que nones, "no se lo tomó del todo bien, aunque aceptó la situación". Qué remedio. Las fuentes de la información añaden una versión lacrimógena: "Ahora que viven muy cerca pasan mucho tiempo juntos y Froilán quiere aprovechar todo lo que pueda. Quería acompañarlo y volver el sólo a Abu Dabi para reincorporarse al trabajo". Nadie se fiaba de que lo cumpliera. Más bien estarían convencidos de que aprovecharía para escapar y no volver jamás al destierro, su principal obsesión.
Empleado del más, del año y del siglo. Vaya carrerón.